El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha afirmado este lunes que Israel se apoderará de “toda Gaza” y que para que nadie detenga a su ejército en esa operación es necesario “evitar una situación de hambruna”, porque las “fotos” de niños desnutridos están asustando a sus aliados, y en concreto citó a “senadores de Estados Unidos”. Hasta ahora, el Gobierno israelí había negado repetidamente que los gazatíes pasaran hambre, mientras medios de comunicación israelíes divulgaban vídeos sin fecha que mostraban alimentos supuestamente en mercados de Gaza para desmentir que sus habitantes se estuvieran asomando a la inanición.
Estas declaraciones, en un vídeo difundido en Telegram a media mañana, dejan claro que la decisión que la oficina del mandatario había anunciado horas antes de permitir la entrada de una cantidad “básica de comida” en la Franja —después de dos meses y medio de bloqueo total— se debe a la presión internacional, sobre todo de su principal aliado, Estados Unidos. El presidente estadounidense, Donald Trump, dijo el jueves pasado que su país iba a “ocuparse de Gaza” ya que “mucha gente está muriendo de hambre”.
“Estamos inmersos en unos combates intensos y masivos en la Franja de Gaza y haciendo progresos”, dice Netanyahu en el vídeo, en alusión a la nueva invasión militar que comenzó el sábado, bautizada como Operación Carros de Gedeón. Luego añade: “Vamos a tomar el control [de todo el territorio palestino invadido]”.
“Algunos senadores [de EE UU], que sé que apoyan a Israel, han venido a decirme: ‘Te daremos toda la ayuda que necesites para ganar la guerra, pero no podemos estar recibiendo fotos de hambruna [en Gaza]”, afirma el primer ministro en la grabación. “Para completar nuestra victoria, para derrotar a Hamás y liberar a los rehenes, no podemos llegar al punto de hambruna”, puntualiza. Y reitera: “No nos apoyarían”.
Hasta que a última hora del domingo se produjo el anuncio de que Israel dejaría entrar una cantidad mínima de comida —sin aclarar cuánta ni cuándo—, el Gobierno de Netanyahu seguía negando que en Gaza hubiera hambre. El ministro de Defensa, Israel Katz, opinó, por ejemplo, el sábado que la entrada de ayuda humanitaria en la Franja era “totalmente innecesaria”.
Veinte minutos después de que se divulgara este vídeo, uno de los socios ultraderechistas del Gobierno de Netanyahu, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, ha divulgado un mensaje televisado para aclarar que la decisión del Ejecutivo “permitirá a los civiles de Gaza comer” y a los “amigos del mundo” de Israel seguir proporcionando a su país “un paraguas internacional de protección frente al Consejo de Seguridad y el Tribunal de [Internacional de Justicia] La Haya, y a nosotros seguir luchando, si Dios quiere, hasta la victoria, afirma Smotrich. Ese tribunal es el que está investigando a Israel por presunto genocidio en Gaza a instancias de Sudáfrica.
“¿Me gustaría evitar tener que introducir un solo grano de sal en Gaza, incluso para los civiles? Es posible», ha continuado el ministro. Luego ha aseverado que, si Israel lo hiciera, el mundo “le obligaría a poner fin a la guerra y perderíamos”.
Tanto estos argumentos de Smotrich como los de Netanyahu confirman que la luz verde de su Ejecutivo para que entre una cantidad limitada de comida en Gaza se dirige a aplacar las críticas de sus aliados, especialmente de Washington, y facilitar una operación militar en la que probablemente morirán muchos más gazatíes. Los “preparativos” —así los definió un comunicado castrense— de esa Operación Carros de Gedeón consistieron la semana pasada en recrudecer los bombardeos y matar a cerca de 500 personas entre el martes y el sábado. A ellas hay que sumar las 140 que murieron este domingo bajo las bombas y otras 40 que han perecido este lunes, según fuentes médicas palestinas.
Este mismo lunes, el ejército israelí ha ordenado la evacuación de Jan Yunis, la segunda ciudad de Gaza, y avisado de que va a lanzar un “ataque sin precedentes” contra Hamás en esa localidad del sur de la Franja. En un enésimo desplazamiento de población, los militares han instado a la población a dirigirse hacia el oeste, a la costa.
El comunicado de la oficina de Netanyahu del domingo que levantó parcialmente el veto sobre la entrada de alimentos puntualizaba que Israel impedirá que el movimiento islamista “tome el control de la distribución de ayuda humanitaria, para garantizar que no llegue a los terroristas”.
El Gobierno israelí ha justificado siempre el bloqueo total de la entrada de ayuda humanitaria en Gaza con el argumento de que Hamás la acaparaba y utilizaba en beneficio propio. Después de decretar el veto al ingreso de alimentos, medicinas, combustible y otros suministros básicos el 2 de marzo, Netanyahu afirmó que se habían acabado “las comidas gratis” para Hamás. Sin embargo, el Ejecutivo israelí no ha ofrecido pruebas de ese supuesto desvío de la ayuda, y Naciones Unidas y las organizaciones humanitarias que trabajan en Gaza tampoco lo han corroborado.
Con el cierre total de las fronteras, la ya catastrófica situación de los 2,1 millones de palestinos de Gaza empeoró, si cabe, aún más. Sobre todo porque, dos semanas después, Israel rompió unilateralmente el alto el fuego con Hamás. Las bombas, las matanzas y el hambre volvieron. Y con ellas, las imágenes de niños de corta edad reducidos a ojos, piel y huesos a las que se refirió Netanyahu este lunes, o las de enormes colas de personas hambrientas y desesperadas frente a las cocinas comunitarias que, una tras otra, han ido cerrando en su mayoría.
El pasado día 12, el índice de referencia sobre nutrición que utiliza la ONU alertó de que, si Israel no permitía el ingreso de alimentos en Gaza antes de septiembre, todos los palestinos del enclave podrían padecer para entonces “inseguridad alimentaria aguda”, es decir, cuando se carece de comida nutritiva y en cantidad suficiente hasta el punto de pasar uno o varios días sin comer. De esos dos millones largos de personas, medio millón están un paso más cerca de la hambruna. Desde el 2 de marzo, al menos 57 niños han muerto por desnutrición en Gaza, según la Organización Mundial de la Salud. En los 19 meses que dura la guerra, al menos 53.500 palestinos han muerto en ataques israelíes en la Franja, según sus autoridades sanitarias.
La decisión de permitir esa entrada “básica” de comida se tomó durante una reunión del gabinete de seguridad israelí el domingo en la que Netanyahu impuso su postura frente al rechazo de otro de los socios ultraderechistas del Gobierno israelí, el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, que reclamó en vano que se sometiera a votación, según informa este lunes el diario israelí Haaretz. Este lunes, Ben Gvir ha definido la reanudación limitada de la ayuda como un “serio y grave error”.
Un alto funcionario israelí citado bajo anonimato por Haaretz ha descrito la decisión de Netanyahu como una medida “temporal de una semana” hasta que “los centros de distribución de ayuda humanitaria estén en marcha”.
Se refiere a los puntos de distribución de ayuda que prevé un polémico plan israelí-estadounidense para militarizar la distribución de alimentos y otros suministros básicos que supuestamente empezará a aplicarse a principios de junio.
El proyecto, diseñado de forma paralela y al servicio de la Operación Carros de Gedeón, prevé desplazar a la fuerza a casi todos los gazatíes a un punto al sur de la localidad meridional de Jan Yunis. También que soldados israelíes y mercenarios de empresas estadounidenses controlen a quién se repartirá esa ayuda que distribuirá una opaca organización creada con ese propósito: la Fundación Humanitaria de Gaza. La ayuda será además insuficiente. Solo entrarán 60 camiones al día, un 10% de los que penetraron en la Franja durante la tregua, que ya eran entonces insuficientes. Ahora lo serán aún más.
Las agencias de la ONU y las ONG han rechazado de forma tajante este supuesto plan humanitario diseñado al servicio de una operación militar, que viola todos los principios de la acción humanitaria. Mientras, en el lado egipcio de la frontera de Rafah en Gaza, y en los países de la región, Naciones Unidas y las ONG tienen preparadas más de 171.000 toneladas de comida, suficientes para alimentar a los gazatíes durante tres o cuatro meses, según la coordinación humanitaria de la ONU. Pero no pueden entrar, por orden de Israel.
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Source: elpais.com