¿De verdad llegará el día en que nos atiendan auténticos robots camareros?

Estamos asistiendo a un progresivo crecimiento de la inteligencia artificial (IA). Bueno, en realidad, lo que ha crecido y se ha desplegado masivamente desde noviembre de 2022 es una de sus ramas: la IA generativa (IAGen).

La realidad es que ya desde mucho antes había previsiones sobre la destrucción de empleo debido a la automatización. En uno de los estudios más citados –’The future of employment: How susceptible are jobs to computerisation?, de 2013‘–, ya se estimaba que, en 10 o 20 años, el 47 % de los puestos de trabajo en Estados Unidos estarían automatizados. Y son múltiples los estudios que estiman que entre el 5 y el 50 % de los puestos de trabajo estarán automatizados antes de 2030.

Pese a estas previsiones, una mirada a nuestro alrededor nos muestra que esas cifras no se están cumpliendo, y no parece que se vayan a cumplir en breve. No estamos viendo cientos de robots en los restaurantes, ni máquinas atendiéndonos en los hoteles.

Sí es cierto que son muy frecuentes los quioscos de autoservicio en establecimientos de comida rápida o en los aeropuertos, por ejemplo. O robots en restaurantes, haciendo tareas muy específicas. En todo caso, se trata de operaciones altamente estandarizadas y con poca variabilidad en lugares muy concretos.

Pero cuando nos alejamos de estos entornos altamente estructurados comprobamos que, en los restaurantes, quienes toman la comanda son trabajadores y, en los hoteles, quienes limpian las habitaciones son personas.

La mayoría de las proyecciones están basadas en análisis basados en representaciones genéricas de los puestos de trabajo, pues se investiga el mercado laboral o un sector económico en su conjunto. Por tanto, se hacen proyecciones que no entran en el detalle de las tareas que se llevan a cabo en cada puesto de trabajo.

Para evitar este tipo de errores, hemos propuesto un nuevo marco de investigación de la automatización del trabajo.

En general, la mayoría de los análisis hechos hasta la fecha se han hecho en el ámbito superior. Por ello, sus resultados sobre posibles evoluciones del mercado de trabajo son muy llamativos pero, a la vez, poco precisos tanto en magnitud como en temporalización.

Nuestra investigación demuestra que la realidad dista mucho de esta situación. Si, por ejemplo, intentamos buscar sistemas robóticos capaces de llevar a cabo las tareas que se desarrollan en los puestos de camareros, camareras de piso o recepcionistas, veremos que hay máquinas y sistemas capaces de hacer algunas de esas tareas. Por ejemplo, en hostelería, ya hay robots conserjes de hotel, o robots camareros que llevan toallas a las habitaciones de los huéspedes, o un barman robot sirviendo bebidas en una barra.

Ahora bien, es imposible encontrar una máquina que haga todas las tareas que se llevan a cabo en dichos puestos. Ni siquiera es factible encontrar un conjunto de máquinas capaces de hacer todas esas tareas.

En los procesos de automatización del trabajo hay que tener en cuenta otras consideraciones adicionales como:

– El coste de poner en marcha estas máquinas.

– La necesidad de cambiar los procedimientos operativos de las organizaciones para integrarlas.

– La necesidad de adaptar los espacios físicos para que puedan operar correctamente.

– La rigidez de las relaciones laborales.

– La actitud y predisposición de los consumidores (y según qué tipo de servicios y targets) a asumir un servicio en el que, en vez de por personas, son atendidos por máquinas.

– La incertidumbre alrededor de cuestiones como el mantenimiento de las máquinas.

Santiago Melián González es catedrático de Recursos Humanos en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Jacques Bulchand Gidumal es catedrático de Empresa y Turismo Digital en Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.