También una mayor impulsividad y el uso de métodos considerados masculinos (algunos de los cuales son más letales de los métodos considerados como femeninos). Estos factores no provocan un suicidio, pero en determinadas situaciones pueden incrementar el riesgo y la probabilidad de muerte después del acto.
Es lo que, apunta Rodríguez, se conoce como el hombre breadwinner [el que lleva el pan a casa]. “Lo vemos mucho en adultos varones de mediana edad. Muchas veces los disparadores de crisis suicidas son problemas económicos o de despido porque esos varones tienen la expectativa de tener que sustentar económicamente a la familia. Los ves en dificultad porque piensan que lo que se espera de ellos es que no les afecte ni que pidan ayuda, simplemente que tiren para adelante. Esto no significa que si tienen un problema de ese tipo se suicidan, nunca interviene una sola causa, pero si está asociado a algún otro aspecto, puede influir”, añade.
Carmen Galvez Sánchez, coautora del estudio publicado este año en la revista Psychiatry International, ahonda en una de las conclusiones a la que han llegado haciendo una revisión sistemática de 18 investigaciones en nueve países. “La masculinidad hegemónica influye en las conductas suicidas de los varones a través de los propios mandatos de género que se les impone en su proceso de socialización temprana. Normalmente, son socializados en ser duros, fuertes, en no pedir ayuda, en ser autosuficientes en el sentido en que puedes y debes resolverlo todo tú solo. Y esa idea de hombre proveedor, fuerte, saludable que toma siempre la iniciativa, que no tiene problemas, hace que no pidan ayuda a tiempo y no contemplen muchas veces otras alternativas más allá del suicidio», explica Galvez Sánchez que es doctora en Psicología, terapeuta y profesora de la Universidad de Murcia donde forma parte de un grupo de investigación sobre género y salud que incluye una línea de trabajo sobre masculinidades y salud.
Insiste en la necesidad de promover “masculinidades más saludables e igualitarias” y en implementar políticas de salud de género. Blanco lo confirma. “Es un imperativo social abordar este problema. Yo he preguntado en áreas de igualdad de diferentes administraciones públicas y no tienen programas específicos para hombres. Esa invisibilización de lo masculino en el suicidio ha generado que haya poca investigación sobre género. Faltan, desde luego, estudios cualitativos que nos digan qué les preocupa a los hombres, por qué estarían dispuestos a morir y a vivir. Es un asunto pendiente para comprender su forma de pensar en lugar de presuponerla y no hacer nada”.
También Yolanda Mejías, autora principal del estudio Understanding for Prevention: Qualitative and Quantitative Analyses of Suicide Notes and Forensic Reports publicado en 2023 en International Journal of Environmental Research and Public Health, considera fundamental implantar políticas de salud de género. Enfermera especialista en Salud Mental y Doctora por la universidad de Granada, analizó 286 casos de suicidios en la provincia de Granada accediendo a los informes médicos forenses. “El 77,3% de los fallecidos eran hombres. El 78% presentó, además, problemas de salud física. El 6,3% había acudido previamente o unos días antes del suicidio a urgencias o a consulta por diversos problemas como el empeoramiento de su estado, su enfermedad mental, manifestar ansiedad o incluso comunicar pensamientos suicidas”.
Para Dariusz Galasinski, lingüista y profesor de la Universidad de Wrocław (Polonia) que ha escrito un libro analizando 456 notas de suicidio ―290 escritas por hombres― en su país (Discourses of Men‘s Suicide Notes), “ser hombre es en sí mismo un factor de riesgo”. Así lo explica en un intercambio de correos: “Es la variable demográfica que mejor describe el riesgo. Romper una relación, perder a un ser querido y muchos otros factores de riesgo afectan tanto a mujeres como hombres. Y, sin embargo, son ellos los que se quitan la vida con mayor frecuencia. ¿Por qué? Aunque podamos especular sobre modelos de masculinidad, educación, en realidad no lo sabemos”.
Galasinski ha investigado también la depresión masculina. “Uno de los hallazgos clave fue que, en los relatos de hombres deprimidos, la depresión se construía como algo que les arrebataba la masculinidad”.
Por su parte, Canetto, que ha investigado el suicidio en Estados Unidos, apunta esto. “Me he centrado deliberadamente en el suicidio de hombres blancos en EE. UU., ya que este no suele tratarse como un fenómeno cultural. Entre los hallazgos de mi investigación está que las personas blancas tienden a considerar el suicidio como un acto masculino; consideran deshonorable y poco masculino sobrevivir al intento. Sienten que no pueden permitirse sobrevivir, de ahí la paradoja de género del comportamiento suicida. En las comunidades blancas estadounidenses, el suicidio también se percibe como algo particularmente comprensible o permisible si lo hace una persona mayor y/o con una enfermedad o discapacidad. En estas comunidades, el envejecimiento y la enfermedad o discapacidad se consideran una amenaza a la masculinidad”.
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Source: elpais.com