La información oficial muestra un desajuste entre el porcentaje de estudiantes que acaban el Bachillerato con sobresaliente y el que obtiene esa misma nota en la fase general (u obligatoria) de la PAU. Y que esa distancia es especialmente significativa en el caso de los colegios privados y concertados, como mostró hace dos años una investigación del Observatorio del Sistema Universitario que dirigió la matemática de la Universidad Politécnica de Cataluña Vera Sacristán. Actualizando los datos de aquel informe con los últimos disponibles, de 2024, se observa que la proporción de estudiantes con calificaciones excelentes (9 o 10) en Bachillerato se reduce en la PAU, en el caso del alumnado de la pública, 10,8 puntos porcentuales (lo logra, en Selectividad, el 5,5% del total). El ajuste entre los estudiantes de la concertada ajuste alcanza 16,2 puntos (lo consigue el 5,6%). Y entre los de la privada, la reducción es de 17,4 puntos (lo logra el 7,6%).
Dicho de otro modo, la diferencia en el porcentaje de estudiantes que obtienen sobresalientes entre la pública y la concertada se reduce a una quincuagésima quinta parte (a un 0,1%), 55 veces menos, cuando en lugar de ser el centro educativo quien pone las notas lo hace el tribunal de la PAU. Esa misma diferencia, entre el alumnado de la pública y el de la privada pura, se reduce a una cuarta parte.
Dejando al margen la tradicional acusación de que la enseñanza privada hincha las notas ―que arreció en 2023, tras la publicación del informe del Observatorio del Sistema Universitario―, algo que sus patronales rechazan y no ha sido objeto de una investigación oficial (para lamento muchos docentes, familias y estudiantes de la pública), prácticas como la de ofrecer continuos exámenes para subir nota en Bachillerato pueden explicar al menos una parte de dicho abismo. Y que dicha práctica no sea contraria a la normativa ―la responsable pedagógica de Escuelas Católicas subraya que la ley insiste en que la evaluación debe ser “de proceso, no solo calificativa de un examen final”―, no significa que a muchos en la enseñanza pública no les parezca injusto.
Como a David, padre de una alumna que acaba de terminar segundo de Bachillerato en un instituto público en Valencia. “Nuestra hija va una academia en la que coincide con chicas que va a los grandes colegios de la ciudad, y le preguntan sorprendida si ella no hace exámenes para subir nota. A ella, en el instituto, le han hecho dos o tres en todo el curso. Me parece un agravio comparativo, más ahora, con la superpresión que hay para alcanzar la nota en algunas carreras. No tienen las mismas oportunidades. En ramas como la sanitaria, les dificulta mucho poder entrar”.
El presidente de la federación española de directores de institutos públicos, Fedadi, Toni González Picornell, lamenta que las notas de Bachillerato con las que los alumnos de la enseñanza privada llegan a la Selectividad supongan “una pérdida de oportunidades en el acceso a los estudios deseados para el alumnado de la pública”. Y apuesta por un cambio drástico: “Mi opinión es que el Bachillerato solo debería impartirse en los centros públicos, que garantizan una estandarización de los estudios”.
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Source: elpais.com