Rusia inició hace 10 días una nueva ola de bombardeos a gran escala en el territorio de Ucrania alejado del frente. En la madrugada del domingo a lunes se lanzaron 355 drones bomba de largo alcance en un solo bombardeo contra Ucrania, un récord en los más de tres años de guerra. También fueron récord las dos noches anteriores. En total, en los últimos tres días, el ejército ruso ha disparado más de un millar de drones bomba, además de decenas de misiles.
Rusia ha llevado a cabo fases de ataques similares en los más de tres años de guerra con el objetivo de desmoralizar a la población ucrania y castigar las defensas antiaéreas del país invadido. Esta nueva ofensiva aérea, como en otras ocasiones pasadas, coincide con los preparativos de una gran ofensiva terrestre, que esta vez el Estado Mayor ucranio prevé a partir de junio.
Nada indica que el Kremlin tenga intención de negociar en serio el final de las hostilidades, según reiteran tanto las autoridades de Kiev como sus potencias aliadas. Incluso el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hasta ahora convencido de que Vladímir Putin quería firmar la paz, afirmó el domingo que el presidente ruso “se ha vuelto loco” y tiene como objetivo conquistar “toda Ucrania, no solo una parte”.
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), organización de análisis militar estadounidense, indica en su último informe sobre el conflicto en Ucrania, del 25 de mayo, que el objetivo principal es “un esfuerzo prolongado de degradar la moral de Ucrania y convencer a Occidente de que la victoria rusa es inevitable”. El ISW ha contabilizado que los siete bombardeos rusos a gran escala con más número de drones y misiles se han llevado a cabo este año. De estos, cuatro han sido en los últimos 10 días. El número de fallecidos desde el viernes supera la veintena de civiles.
El CSIS subraya que Rusia está demostrando cómo con armas económicas como drones de largo alcance, combinados con el uso de misiles, un ejército puede superar fuertes sistemas antiaéreos. Ucrania castiga periódicamente objetivos militares en suelo ruso, a cientos de kilómetros de sus fronteras, pero sin contar con cohetes balísticos o de crucero.
Los Shahed vuelan ahora a mucha mayor altura, lejos del radio de acción de las ametralladoras antiaéreas. Esto obliga a que entren en acción los aviones de combate del país defensor, poniendo en riesgo estos preciados aparatos, de los que Ucrania cuenta por lo menos diez veces menos que Rusia. El ejército ucranio publicó la semana pasada el vídeo de un avión F-16 abatiendo un dron shahed, algo que hasta este 2025 parecía innecesario. Los Shahed tienen además un nuevo sistema de guiado con inteligencia artificial y no mediante GPS, un sistema que es más fácil de deshabilitar con armas radioelectrónicas.
Otro problema para Ucrania es que Rusia ha disparado la producción de drones bomba. Un análisis del pasado abril del británico Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS) indicaba que el incremento del uso de Shahed era de un 13% mensual. El semanario The Economist aseguraba en un artículo de este domingo que si hace un año, Rusia producía 300 Shahed en un mes, ahora consigue alcanzar esta cifra en tres días.
Al arsenal ruso hay que añadir la incorporación en estos bombardeos de decenas de misiles balísticos de corto alcance norcoreanos KN-23. Ignat ha admitido que la situación es compleja porque sus cohetes antiaéreos estadounidenses Patriot operan al límite. Uno de los ámbitos armamentísticos en los que la dependencia Ucrania de sus aliados es casi total es en defensas antiaéreas. A Kiev le quedan pocas semanas (hasta julio, según datos facilitados por el Gobierno ucranio en enero) de armamento estadounidense. Trump no es partidario, por el momento, de aprobar nuevas partidas de ayuda militar para Ucrania.
Una buena noticia para Kiev, según avanzó el domingo el Gobierno neerlandés, es que esta semana completará el envío de los 24 F-16 que se comprometió a entregar a las Fuerzas Aéreas ucranias en 2024. Otra señal positiva es que en los ataques rusos de este mayo no se ha detectado que la red energética ucrania sea un objetivo.
Ucrania y Rusia acordaron el pasado marzo frenar los bombardeos contra sus respectivos sectores energéticos durante un mes. En abril finalizó oficialmente esta tregua, pero lo cierto es que el armamento ruso no está castigando la red eléctrica ucrania, y los drones de largo alcance ucranios no está cebándose en la industria petrolífera y gasística rusa.
Los drones ucranios sí continúan apuntando periódicamente a la industria militar rusa. Así fue en la madrugada del lunes, cuando un centenar de aeronaves no tripuladas ucranias fueron disparadas contra una planta de producción militar en la república de Tatartirstán y una fábrica química en la provincia de Ivanovo.
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Source: elpais.com