La vitamina D ha vivido en España un boom en los últimos años. En parte debido a una disparidad de criterios entre la clase médica y en parte por mensajes sin base lanzados desde las redes sociales, el consumo de este fármaco se ha disparado muy por encima de lo recomendado por la evidencia científica. Un hecho que conlleva riesgos cuando se produce un consumo de dosis elevadas sin un buen control médico, porque la vitamina D —aunque esencial para una buena salud de los huesos— se acumula en el organismo y puede dar lugar a complicaciones. Un estudio del Sistema Español de Farmacovigilancia alertó recientemente de que ha recibido en la última década 190 notificaciones por sobredosis, de las que un centenar han sido graves y casi la mitad requerido la hospitalización del paciente.
Una iniciativa pionera desarrollada en Cantabria por el Hospital Marqués de Valdecilla ilustra las dimensiones del fenómeno y los avances que pueden lograrse con acciones dirigidas a ajustar el número de análisis —determinaciones, en el lenguaje de los especialistas— a lo recomendado por la buena práctica clínica.
“Era un crecimiento desmedido. Lo habitual es que las pruebas analíticas aumenten a un ritmo que oscila entre el 2% y el 10% anual, y cuando alguna crece tan rápido es que algo está ocurriendo. Llegó un momento en el que solo las determinaciones de vitamina D acaparaban el 15% del gasto del laboratorio”, ilustra María Teresa García Unzueta, jefa de servicio de Análisis Clínicos y Bioquímica del centro sanitario, de referencia para toda Cantabria.
Según el protocolo elaborado a principios del año pasado por el hospital, en los estudios llevados a cabo en población general asintomática que viven en la comunidad, y que presentan niveles bajos de vitamina D, “no se ha demostrado que el tratamiento con suplementos tenga ningún efecto sobre la mortalidad o la incidencia de fracturas, caídas, depresión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer o eventos adversos”, afirman sus autoras.
El protocolo sí establece la necesidad de controlar los niveles de vitamina D en grupos de población como personas institucionalizadas, enfermos que toman medicamentos que alteran el metabolismo de este compuesto, mujeres en el primer trimestre del embarazo, pacientes con enfermedad renal o hepática crónica y pacientes susceptibles de padecer osteoporosis, entre otros perfiles.
El objetivo de este tipo de iniciativas es la mejora de la calidad asistencial, algo que persigue “desarrollar herramientas que defiendan las prácticas clínicas basadas en la evidencia y dejar de hacer aquellas que han mostrado no ser eficientes, no aportar beneficio para el paciente o incluso que pueden llegar a ser perjudiciales”, coinciden García-Unzueta y García Gómez.
Un ejemplo de esta tendencia incipiente es el proyecto “No hacer” impulsado por el Ministerio de Sanidad y la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que ha inspirado el plan llevado a cabo en Cantabria. Otro, que agrupa a 23 hospitales públicos, es la Red MAPAC para la Mejora de la Adecuación de la Práctica Asistencial y Clínica, que pretende compartir experiencias de éxito entre centros para que las mejoras logradas en uno puedan ser imitadas por los demás.
“El número innecesario de determinaciones de vitamina D es un problema que hemos compartido con hospitales de otras comunidades y nuestra iniciativa puede servir a más centros”, afirma la jefa de servicio de Análisis Clínicos del Marqués de Valdecilla. Con este objetivo, los responsables del hospital han presentado estos resultados en el 24 Congreso de Hospitales y Gestión Sanitaria celebrado esta semana en Zaragoza.
El estudio presentado en Zaragoza no ha analizado la evolución de las recetas financiadas por la sanidad pública en el último año, aunque es previsible que haya contribuido a disminuir el consumo innecesario de vitamina D. Pese a ello, las impulsoras del protocolo admiten que algunas personas pueden seguir tomando vitamina D automedicándose sin control médico. “Hoy es posible hacerse test de vitamina D en las farmacias y adquirir sin receta médica suplementos que la contienen”, afirma María García.
Para este especialista, planes como los llevados a cabo en Cantabria son un importante paso en la buena dirección. “Es un buen ejemplo de los objetivos que inspiraron el proyecto ‘No hacer’ para adecuar la práctica clínica y evitar las intervenciones que son innecesarias, ya sean pruebas o tratamientos. Y, desde luego, la vitamina D es una de ellas, porque en los últimos años hemos visto un gran incremento de determinaciones y prescripciones sin que haya una base científica real que lo justifique”, concluye.
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Source: elpais.com