Ya están midiéndose Novak Djokovic y Jannik Sinner cuando, a eso de las siete y media de la tarde, después de haber vencido a Lorenzo Musetti, Carlos Alcaraz aparece con una sudadera lila y toma asiento en la sala de conferencias, de donde saldrá previo brinco. Disparado. “Nada más terminar aquí, me voy a poner a verlo [la otra semifinal] en la tele, en el teléfono. Voy a hacer cualquier cosa para verlo. No solo porque voy a jugar contra uno de ellos, sino porque soy un fanático del tenis y es un partido digno de ver. Cada vez que se enfrentan, el nivel es muy alto”, indica el finalista, quien con cinco presencias ya, se desmarca de Manolo Santana en cuanto a grandes finales.
Muy lejos quedan las 30 de Rafael Nadal, a cuya placa —estrenada este año, en homenaje al mallorquín— le ha tirado algunas fotos durante el calentamiento en la central. “No había tenido la oportunidad, así que era el momento perfecto para acercarme, verla y tener un recuerdo. Como Rafa es una inspiración, quería tener ese recuerdo”, cuenta. Se le ve muy sereno, en la misma línea de concentración de estos días; solo se le escapa el acento murciano cuando no encuentra el adjetivo. ¿Cómo definiría su trazado hasta el último episodio? “No lo sé… Ponlo tú”, contesta bromeando al reportero. ¿Y qué se juega el domingo? “Muy simple: me juego un partido de tenis. Eso es lo que me juego”.
Conforme crece y evoluciona, Alcaraz va incorporando cada vez más soluciones a su propuesta. Con ese “madurar”, el tenista se refiere básicamente a aprender a salir del atolladero. El gran misterio. Interpretar bien los momentos delicados. Por ese flanco se distinguen los más grandes. Y, en este caso, él lo tenía muy claro. “En el tercer set sabía lo que tenía que hacer, era un momento clave. Tenía que llevarle al límite, hacer que corriera de un lado a otro y, al final, ha tenido que retirarse”, especifica. Con solo 22 años, el de El Palmar continúa aprendiendo a detectar cuáles son los puntos críticos de los partidos y ha sabido poner el turbo cuando la situación más lo requería.
Complicado, muy complicado, seguir ese ritmo machacante que va imponiéndole él al juego. Únicamente Sinner es equiparable en esos términos. Y ambos lo saben. Uno y otro, un par de marchas por encima de los demás, sino alguna más. “Un Grand Slam es muy largo, y competir a tanta intensidad durante cinco sets es duro. Sé que le pongo mucha intensidad. Creo que le doy mucha velocidad a los golpes durante todo el partido y que los otros jugadores, probablemente, no estén acostumbrados a un ritmo así”, explica, al tiempo que ahonda en su crecimiento mental. Ha cedido un set en cuatro de los seis partidos que ha disputado, pero conocía la vía de retorno.
“A veces pienso: vale, él está jugando muy bien, pero en realidad yo no he bajado tanto. Así que no me preocupa. Estamos en un Grand Slam, así que tienes tiempo para remontar. Yo estaba jugando también muy bien, pero he tenido algunos errores; hay que pensar en que el otro también juega. No me preocupa en absoluto dejarme algunos sets porque soy lo suficientemente fuerte como para volver”, valora el número dos, que augura un “gran domingo para los aficionados”. Sea uno u otro el contrincante, subraya que cada vez que se mide con ellos “son grandes partidos” y que, al fin y al cabo, a él le permiten siempre aprender porque “te dicen en qué tienes que mejorar”.
Dice Alcaraz que disfruta cuando tiene enfrente a Sinner o Djokovic, porque le encantan “este tipo de batallas”, pero que “la mayor parte del tiempo estás sufriendo” porque los dos empujan como nadie. Resta importancia a la patada que ha dado a la silla en un instante de frustración —“yo no soy como otros que no abren la boca; ir aprendiendo no significa no quejarme una sola vez”— y advierte de que Sinner “está destrozando” a todos los que se han cruzado a su paso. Con techo o sin techo, cree que el buen tenista debe “adaptarse a todo” y reclama que se aprecie lo conseguido, esa regularidad en las finales: “Intentamos no darlo por hecho. La jugaré como si fuera la primera”.
Musetti precisó en la sala de conferencias que se retiró a causa de unas molestias en la parte posterior del muslo izquierdo. En concreto, el italiano empezó a sentirlas en el inicio del tercer set, al ir a sacar, y de ahí el abandono.
“Estoy muy decepcionado por haber terminado así. Hasta ese momento había sido un gran partido”, apuntó, al tiempo que dijo sentirse “más cerca” del nivel del español y que este merecía el pase a la final, completada con el nombre de Sinner.
En su opinión, enfrentarse a Alcaraz supone hoy día uno de los grandes desafíos en el tenis. “Si no el mayor, sí uno de ellos”, matizó. El tenista murciano ha jugado hasta ahora cuatro grandes finales, con un pleno: US Open de 2022, Wimbledon 2023 y 2024, y Roland Garros 2024.
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Source: elpais.com