Esa dedicación, que se llevó por delante varias agencias federales y provocó el despido de decenas de miles de funcionarios, convirtió a Musk en un villano para los demócratas y en un héroe para el movimiento MAGA. Esa luna de miel también se terminó este jueves, mientras el magnate perdía decenas de miles de millones de dólares con cada nuevo insulto y se exponía a posibles represalias de un presidente que ha dado sobradas muestras de su tendencia a la revancha contra sus enemigos.
Cuando el empresario anunció la semana pasada su adiós definitivo de Washington, ya había hecho público su desacuerdo con la “gran y hermosa ley” fiscal que los republicanos están tratando de sacar adelante en el Congreso con la presión de Trump y los suyos, que consideran esa iniciativa como parte esencial de su agenda. Musk ha ido desde entonces elevando el tono en la expresión de su disgusto sobre esa norma, hasta el punto de escribir este martes en X, red social de la que es propietario, que la considera “una abominación repugnante”, “repleta de gastos superfluos”.
Fue la pregunta de un reportero sobre esas críticas, lanzada durante una comparecencia conjunta con el canciller alemán, Friedrich Merz, la que provocó este jueves el inicio de hostilidades. El presidente dijo que se sentía “muy disgustado y sorprendido” por esos comentarios de Musk, y los achacó a que Tesla, su negocio de coches eléctricos, salía perjudicado en la última redacción de la norma, que, según la Oficina Presupuestaria del Congreso, puede provocar un aumento del déficit de 2,4 billones de dólares.
Ahí empezó una escalada verbal y de testosterona que incluyó acusaciones a Trump de decir “mentiras”, amenazas de este de cortar “todos los contratos gubernamentales a Elon” y un mensaje del magnate en el que presumía de haber hecho que el republicano ganara las elecciones: “Sin mí, los demócratas controlarían la Cámara de Representantes y los republicanos tendrían 51-49 en el Senado [en lugar de la actual composición, 53-47] ¡Cuánta ingratitud!”.
Y ahí, Musk pinchó en hueso MAGA. La “lista Epstein” hace referencia a la nómina de nombres apuntados en una libreta negra por el millonario Jeffrey Epstein, que murió en una celda de Nueva York, según la policía, porque se suicidó, cuando esperaba su juicio por tráfico sexual de menores, delitos que presuntamente salpicaban a hombres muy poderosos. La extrema derecha conspirativa estadounidense ha fabricado una buena cantidad de bulos en torno a esa lista y a por qué las autoridades se niegan a hacerla pública, así que verla empleada contra su líder fue un giro de guion que pocos esperaban, por más que haya fotos y vídeos de Trump con Epstein de la época en la que se trataron.
Musk, conocido propagador de bulos, no ofreció ninguna prueba de sus acusaciones, pero vaticinó en otro tuit que el tiempo le daría la razón. Ya estaba del todo desatado para cuando el mundo se frotaba los ojos ante el cruce de golpes bajos, como quien asiste a la pelea a la puerta de un bar, y las acciones de Tesla se desplomaban (un 14%). Le bastó el gesto de rebotar un mensaje para que sus más de 220 millones de seguidores asumieran que estaba pidiendo la destitución de Trump.
El post original, del influencer Ian Miles Cheong, decía: “El Presidente Vs. Elon. Apuesto por Elon. Trump debería someterse a un juicio político (impeachment) y [el vicepresidente] J. D. Vance tendría que sustituirlo”. En su retuit, Musk escribió simplemente “sí”, aunque no estuvo del todo claro si se refería a la parte de la apuesta de Cheong o, lo más probable, a la del impeachment. Sea como sea, el mensaje trajo una nueva teoría conspirativa a los dominios MAGA, según la cual, atentos, Silicon Valley está detrás de todo esto para lograr colocar al títere Vance, cuya carrera empezó en el entorno de las grandes empresas tecnológicas, un mundo en el que conserva vínculos.
Mientras los demócratas, necesitados de estímulos tras meses sin levantar cabeza, sacaban las palomitas en el microondas, los memes se multiplicaban: “¿Quién se quedará con la custodia de [el locutor líder de la machosfera] Joe Rogan?”, se preguntaba uno. La agencia Reuters publicaba una fotografía del Tesla que Musk le vendió al presidente aún aparcado en la Casa Blanca, y el rapero Kanye West terciaba en el asunto. “Hermanooooos, nooooo, por favor. Os queremos tanto a los dos”, puso el rapero en un tuit en el que intercaló ese emoji en el que dos siluetas se abrazan.
Otras destacadas figuras del movimiento MAGA también se lanzaron al ruedo. Laura Loomer, influencer de extrema derecha, defendía a Trump, y Charlie Kirk, proselitista del voto juvenil, se felicitaba por la “bendición de tenerlo como presidente”. Bannon, por su parte, declaró a The New York Times que las autoridades migratorias deberían investigar el estatus de Musk, que tiene la nacionalidad estadounidense desde hace más de una década. “Estoy plenamente convencido”, aclaró Bannon, “de que es un inmigrante ilegal y que deberían deportarlo”.
Este, que aún no había consumado su regreso al poder, salió en defensa del empresario. Fue hace seis meses que más bien parecen una eternidad. Musk parecía entonces intocable, y el idilio entre ambos grandes hombres con un ego aún más grande se antojaba indestructible, por más que en Washington la apuesta favorita fuera sobre cuánto duraría esa relación.
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Source: elpais.com