Así se ve desde el aire el renacer de Las Tablas de Daimiel: las lluvias dan un respiro al parque nacional, pero es un espejismo

Ha sido recibir agua y el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel (Ciudad Real) ha reaparecido con 1.130 hectáreas encharcadas, un 65% de las 1.734 totales. Pero el humedal, una llanura de inundación en medio de La Mancha única en Europa, es un espejismo pasajero, debido a que solo ha recibido agua superficial, de lluvia, y no del acuífero, y que debería proporcionar a este entorno agua todo el año. La última vez que lo hizo fue en 2014.

“, pero también aumenta la frustración, porque ves el mal estado del humedal y que con poco responde”, comenta Carlos Ruiz de la Hermosa, director del parque nacional, prismáticos en mano al pie de los tablazos centrales considerados el corazón del parque. En la superficie de la laguna, un numeroso grupo de patos colorados, el emblema de las tablas, descansa. Este año se han contabilizado 1.350 parejas de la especie, “una cantidad que no teníamos desde 1988″, remarca Ruiz de la Hermosa. Se alimentan de las ovas, una planta acuática que también ha regresado.

Es difícil imaginar, en estos momentos de bonanza, que el equilibrio natural del parque está completamente roto. Recuperarlo y que el agua subterránea vuelva a aflorar por los Ojos del Guadiana ―considerado el nacimiento del río homónimo y ahora convertidos en un secarral― para inundar las tablas es una misión imposible en la actualidad.

Con este panorama, se mira al cielo a esperar que llueva. “Hay una dependencia total de las precipitaciones que son muy irregulares, pero si el acuífero no estuviera desconectado de los ríos, el parque nacional no se secaría nunca”, plantea Samuel Moraleda, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG). La única solución para recuperar ese sistema hidrológico sería eliminar cultivos de regadío del área, algunos a pocos metros del parque nacional, como un campo de cebollas en crecimiento, en el que todavía resiste un pívot de riego en desuso; ahora se utiliza el goteo, un método más eficiente.

“No se puede renunciar a recobrar el sistema hidrológico”, plantea el director de la CHG, a pesar de que se enfrenta a un escenario donde se saca del acuífero el doble del recurso disponible, el que permitiría mantener el nivel adecuado. Para las masas de agua que más afectan a Las Tablas de Daimiel serían 200 hectómetros anuales, pero se consume de media el doble.

En la actualidad, hay establecido un riego de 2.000 metros cúbicos por hectárea anuales para los cultivos herbáceos y 1.500 para los leñosos, unas cantidades que la CHG regula con los planes de sequía. Por ejemplo, este año se han reducido un 15%. “Pero esto es sobre el papel, porque en ocasiones, el usuario está consumiendo más de lo permitido, a pesar de que el infractor se enfrenta a sanciones que van desde los 70.000 a los 500.000 euros”, asegura el presidente de la CHG.

Jesús Pozuelo, representante de las organizaciones agrarias en el patronato del parque, considera que las tablas arrastran un problema social y medioambiental y “los dos van de la mano, hay que conjugar ambos intereses y para ello hay que alejarse de posturas radicales”. La solución, añade, está en manos de la Administración, que debe “atajar de una vez el problema de la ilegalidad”, en la que entran también los que tienen derechos de riego y utilizan más agua de la permitida. “Es una cuestión de índole moral, no se le está robando ni al ministro de Agricultura, ni a la confederación hidrográfica, se está robando al vecino que está cumpliendo y usando el agua de forma moderada”, concreta. Una actitud que considera “completamente desleal”.

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