Es una temática muy poco analizada, aunque el 23,6% de las titulaciones que se ofrecen son dobles, con grandes diferencias regionales. Desde el 8,9% de Murcia al 38% de Madrid, a la que siguen Andalucía y Cataluña. Más de la mitad de las titulaciones dobles ofertadas son de ciencias sociales y jurídicas ―sobre todo relacionadas con Derecho, Ciencias Económicas y Educación― y un cuarto técnicas, encabezadas por el área de industriales y las ingenierías vinculadas a la industria. La estrella, no obstante, es Matemáticas y Física, año tras año la carrera con nota de corte más alta de España.
Madri+d no solo analizó los datos, sino que organizó grupos de discusión. “En el de empleadores se alude al ‘sacrificio y al esfuerzo’, más que a los conocimientos”, señala Dobles títulos universitarios, ¿dobles oportunidades?, el estudio de Madri+d (como se conoce a la fundación), coordinado por los expertos Rafael Ruiz (Complutense), Marta Fernández (Nebrija) y José Antonio Portilla (Alcalá). También encuentran en ellos más capacidad de aprender cosas nuevas.
Los campus públicos, que no paran de perder estudiantado (23.000 alumnos desde 2015) a costa de los privados ―que suman 160.000 más y que abren títulos cuya demanda no puede cubrir la red estatal―, se han subido al carro de esta oferta doble por efecto llamada. Es muy compleja de coordinar y poco rentable económicamente para el centro. Para parte de los encuestados en el estudio, detrás hay mucho marketing.
A un titulado antes le diferenciaba hacer un máster, pero ahora muchos cursan un posgrado y lo que llama la atención de los empleadores es el doble grado, que en realidad no son dos carreras completas, sino que tienen un itinerario específico que descarta asignaturas. De forma que en cinco o seis años, el estudiante sale con dos títulos tras cursar en vez de los 480 créditos (cada crédito equivale a 10 horas), en torno a 360. Si los estudiara por separado tardaría dos años más.
En el análisis, los estudiantes se quejan del agotamiento de tantas horas de clase, que les impiden disfrutar de la vida universitaria y de la presión familiar por “aprovechar” la nota de la PAU para hacer una doble titulación. O les estresa competir con unos compañeros tan brillantes y aplicados, como ocurre en los institutos de excelencia en secundaria.
Muchos alumnos tienen la sensación de que al final no saben mucho ni de un grado ni del otro por esta pérdida de materias. No hay tiempo para profundizar. Sin embargo, los empleadores valoran mucho esta formación más generalista, vital para un mundo en cambio.
El estudio La salud mental en el estudiantado de las universidades españolas, elaborado por los ministerios de Universidades y Sanidad durante la pandemia, detecta la presión extra que sufren estos alumnos. Enumera problemas específicos de este colectivo: en su opinión resta bienestar emocional la burocracia de matricularse en dos grados, la falta de coordinación muchas veces entre facultades de horarios y contenidos (para que no se solapen) ―porque no hay apenas trato entre las facultades implicadas― o se frustran al lograr menos matrículas gratuitas por matrículas de honor, porque no tienen tiempo para detenerse más en las asignaturas.
Hay universidades que integran a estos estudiantes en grupos con alumnos que cursan un único grado ―con los problemas de coordinación que supone― y otras, más grandes, que optan por crear clases con alumnos del doble grado. Las autoridades académicas reconocen en el trabajo que cuando se les aísla son la “élite” y como tal se les trata, lo que puede ir en perjuicio del resto de universitarios.
Dos de ellos, que cursan Derecho y Ciencias Políticas en un grupo aislado, admiten a este diario que el nivel es más alto ―acompasado con los conocimientos― y que los profesores quieren impartirles clase por el prestigio que les da y por la carga de trabajo que les quita que no haya suspensos.
El doble grado beneficia a carreras muy vocacionales, como Filosofía, Historia o Ciencias Políticas, que los alumnos más estudiosos no elegirían a menudo por miedo a no encontrar empleo, pero sí que se animan a cursar si se mezclan con otras más pragmáticas y con más empleo, como Económicas o Derecho. La Universidad de Córdoba inaugura en España este septiembre uno de Matemáticas y Filosofía. Pero también tiene efectos perversos. Madri+d advierte del “vaciamiento de las titulaciones que no están combinadas, no solo de estudiantes en general, sino de aquellos con los mejores expedientes”.
Estas titulaciones suponen también una discriminación para los estudiantes de entornos más desfavorecidos, que no pueden permitirse pasar seis años cursando una carrera sin aportar dinero en casa o no pueden pagarse más asignaturas por año si no tienen beca (habitual porque los umbrales son muy bajos). Por ejemplo, el 90% de los que estudian el doble grado de Matemáticas y Física en la Complutense tienen una madre universitaria y una situación económica desahogada, según un informe de su observatorio del estudiante. Por contra, en Educación, menos del 40% son hijos de universitarias.
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Source: elpais.com