La creación de la ‘Súper IA’ más lista que los humanos: el último sueño de Silicon Valley

Imagina una máquina más lista que el humano más listo; una que no se limite a calcular probabilidades antes de responder a tus solicitudes, sino que piensa casi como una persona. Que entiende realmente el lenguaje, resuelve problemas complejos, toma decisiones, y lo hace todo sin cansancio, sin distracciones y sin egos. Pero sí con la frialdad y la eficiencia necesarias para dirigir, hasta en solitario, compañías con ingresos anuales de miles de millones de euros. O curar cualquier enfermedad. O crear nuevos materiales. El límite, prácticamente, sería el cielo.

En los últimos años, un ramillete de tecnológicas ha comenzado a avanzar en el desarrollo de esta idea a través de una forma de IA tan poderosa que se la conoce como superinteligencia. Algunas aseguran que podrían alcanzarla en unos pocos años, incluso en el próximo lustro. Pero la mayoría de investigadores y expertos lo ven muy poco probable; y eso siendo optimistas.

Un reciente estudio de la Asociación para el Avance de la Inteligencia Artificial (AAAI), en el que participaron 475 investigadores de la comunidad científica, señala que el 77 % de los expertos considera poco o muy poco probable que esta máquina –capaz de pensar como los humanos y hasta superarlos– pueda lograrse a partir del enfoque actual que siguen empresas como OpenAI, responsable de ChatGPT, o Google. Estas compañías basan su progreso principalmente en ampliar la cantidad de datos y la escala de los modelos con los que entrenan sus sistemas, una estrategia que, según muchos científicos, podría no ser suficiente. Y mucho menos si se quiere conseguir el hito en los próximos años, que es lo que esperan gurús de los algoritmos como Sam Altman, CEO de OpenAI, Elon Musk, que la tiene programada para el año que viene, o Demis Hassabis, jefe de Google DeepMind, que ve probable su descubrimiento a partir de 2030.

El matemático y científico cognitivo estadounidense Michael I. Jordan es una de las voces más autorizadas dentro del campo de la IA. Su trabajo ha sido clave para que ChatGPT, y otras máquinas de su clase, sean capaces de responder a todas las solicitudes que reciben de los usuarios. Para él, la superinteligencia es un «término inventado» que, por el momento, «ni siquiera está bien definido». Por el momento, lo considera solo un gancho para que las empresas que están en la carrera puedan captar financiación del capitalismo de riesgo.

«Creo que piensan que inteligencia artificial no suena lo bastante fuerte y convincente. Pero la idea de la superinteligencia, en realidad, tampoco significa mucho. En primer lugar, un ordenador ya puede hacer muchísimas cosas que los seres humanos no pueden hacer a nivel de cálculo o de búsqueda de evidencia. Y no está nada mal tener una herramienta que pueda hacer algunas cosas que nosotros no podemos hacer, ya que las herramientas se crean con ese propósito», afirma Jordan en conversación con ABC.

La mayoría de investigadores en este campo coincide en que las técnicas actuales –por muy avanzadas que parezcan– no están ni siquiera cerca de imitar bien los procesos de pensamiento y aprendizaje humanos, algo que se considera clave para hacer viable la siguiente evolución de la IA. Herramientas como ChatGPT, el Gemini de Google o el Grok de xAI, pueden funcionar bien cuando se les da una tarea clara y simple, pero no entienden el mundo de forma profunda ni aprenden con la experiencia, tal y como lo haría una persona.

El que no lo tiene tan claro que todo esto ocurra es el principal inversor de OpenAI, Microsoft. «Que nos autoproclamemos un hito en IA (de esa clase) es simplemente una manipulación de referencia sin sentido», afirmó Satya Nadella, CEO de la empresa propietaria de Windows, en una entrevista el pasado febrero. Estas palabras, de acuerdo con ‘The Wall Street Journal‘ cayeron como un jarro de agua fría entre algunos directivos de la OpenAI. Actualmente, Microsoft y la startup se encuentran renegociando su acuerdo comercial, y precisamente, el desarrollo de la supuesta primera herramienta de IA que supere al ser humano se ha convertido en uno de los mayores puntos de fricción entre las dos firmas.

De acuerdo con el ‘Journal’, los ejecutivos de OpenAI han discutido la posibilidad de declarar que han creado la primera inteligencia artificial general con el anuncio de esa herramienta capaz de «realizar trabajo cognitivo» y mejorar a los humanos en programación que Altman tiene proyectada para este mismo año. Y esto puede ser problemático, porque según el acuerdo actual con Microsoft, la firma de ChatGPT podrá negarle el acceso a su futura tecnología en el momento en el que consiga crear una inteligencia artificial general. Eso sí, el desarrollo debe ser «de buena fe», es decir, real. En caso contrario podría comenzar una batalla legal entre las dos tecnológicas. Microsoft espera eliminar la cláusula por completo del nuevo acuerdo de colaboración que reemplazará al actual.

Álvarez-Teleña publicó hace unos meses un estudio en el que, precisamente, critica el camino que están recorriendo las empresas de Silicon Valley para que las máquinas sean capaces de superar en capacidades a los humanos. En lugar de seguir sumando más datos y potencia a los modelos existentes, a su juicio, se debe cambiar el enfoque y trabajar en la creación de muchas soluciones basadas en inteligencia artificial especializadas en distintos departamentos dentro de una empresa, llamadas ANI, y conectarlas como si fueran las distintas zonas del cerebro humano.