‘Papi’ Donald: el presidente de Estados Unidos impone su diplomacia del vasallaje

“¡No hay precedentes! ¡Ningún otro líder del mundo ha repetido una visita a los reyes de Inglaterra!” se ufanaba el presidente estadounidense. También en La Haya, donde todo giró en torno a los gustos y humores del republicano, durmió Trump en el palacio real Huis ten Bosch, hospedado por los reyes.

La cortesía y los detalles especiales —como la camiseta del futbolista Cristiano Ronaldo firmada y dedicada por el jugador portugués con un “jugando por la paz” que el presidente del Consejo Europeo, António Costa, le regaló a Trump durante la reciente cumbre del G-7 en Canadá— siempre han formado parte del juego diplomático. La pregunta es dónde está la frontera con el servilismo.

Las monarquías del Golfo han convertido el peloteo a Trump casi en un arte. En su visita en abril, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos enviaron una escolta de F-16 cuando el republicano entró en sus respectivos espacios aéreos. Hubo también desfiles de camellos. Y muchos anuncios de compras milmillonarias de productos estadounidenses. Qatar se llevó la palma, con el regalo de un Boeing de lujo valorado en 400 millones de dólares, para que Trump lo convierta en su avión presidencial Air Force One. Es, con mucha diferencia, el obsequio más caro —y controvertido— que ha recibido un presidente estadounidense en los casi 250 años de la historia del país.

Quienes no han tenido esa maña o rechazaron adularle han sufrido la humillación pública del republicano. El rapapolvo al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, en el Despacho Oval fue retransmitido en directo a todo el mundo. Tras la cumbre de la OTAN, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, también ha pasado a engrosar la lista de líderes abroncados por el jefe de la primera potencia mundial. En su caso, con amenazas a lo Vito Corleone: “Tiene usted una bonita economía. Sería una pena que le ocurriese algo”, le dijo Trump a Sánchez por la resistencia del socialista a adoptar el objetivo de 5% del PIB de gasto en defensa acordado en La Haya.

“Es probable que la cuestión de los halagos se ponga a prueba ahora” en el último tramo de las tensas negociaciones comerciales entre Washington y la UE, apunta Lesser. Y ahí, subraya Benin, “Europa no debería tener miedo de mantenerse firme, porque Trump reconoce la fuerza, como la que ha mostrado también China en materia de comercio”. Además, recuerda la francesa, “Trump siempre ha tratado mal hasta a sus amigos”.

Por eso, agrega, mejor tener mucho cuidado con esta diplomacia del vasallaje: “Puede evitar una crisis puntual, pero no genera confianza ni previsibilidad a medio plazo”, subraya. “Es una diplomacia frágil, que depende más del estado de ánimo de una sola persona que de acuerdos institucionales duraderos”, agrega. Y si algo saben todos, aduladores y no aduladores, es que el estado de ánimo de Trump cambia más rápido que una veleta.

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.