¿En qué idioma hablan nuestras células?


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Paloma Guillem-Llobat

PDI Ciencias Biomédicas, Universidad CEU Cardenal Herrera

Martes, 27 de agosto 2024, 07:22

Si nos imaginamos la situación, podemos pensar que dentro de nuestros tejidos, órganos y nuestro cuerpo en general hay muchísimo ruido, dado que tantísimas células se «hablan» a la vez. Entonces, ¿cómo es capaz una célula de filtrar cuáles son los mensajes a los que debe atender y reaccionar?

Para comprender cómo funciona la «conversación celular» hay que tener en cuenta que tan importante es la presencia de estos mensajes como su ausencia. Dicho de otro modo, el silencio de las células también comunica.

A la complejidad (y la belleza) de los procesos de señalización celular hay que sumarle que en nuestro cuerpo se producen tanto señales que inducen una respuesta celular como señales inhibitorias, que disminuyen o eliminan determinadas respuestas. Además, ciertos mensajes activan (o inhiben) vías de señalización secundarias a esta primera señal, convirtiendo el proceso en una red de «frases» y «palabras» interconectadas y/o dependientes las unas de las otras.

Parece abrumador, sí, pero afortunadamente muchos investigadores han dedicado y dedican hoy en día sus esfuerzos y pasión al estudio de estos procesos. Es así como ahora sabemos, por ejemplo, que las células tumorales no sólo son capaces de «ignorar» los mensajes de muerte celular que reciben –cosa que les permite seguir creciendo y dividiéndose–, sino que también pueden comunicarse entre ellas o con otras células de su entorno para favorecer su supervivencia.

También hay estudios que demuestran que células como las plaquetas pueden «decirles» a las células cancerosas, mediante dichas vías de señalización, que emprendan la llamada transición epitelio-mesenquimal que les permite incrementar su potencial invasivo y su malignidad.

¿Para qué nos sirve saber todo esto? Es fundamental, ya que el conocimiento de estos mensajes y redes de señalización celular nos ayuda a entender cómo se desarrollan y progresan las enfermedades. Y esto nos abre la puerta para poder tratarlas, detectarlas y prevenirlas de forma más eficiente. Estudiar la comunicación intercelular y su regulación puede contribuir a la identificación de dianas terapéuticas o biomarcadores que mejoren la calidad de vida de los pacientes y la sociedad en general.

¿Hasta qué punto podemos comprender, modular o intervenir en esas conversaciones celulares? ¿Podemos entender e identificar las «palabras» que utilizan nuestras células? El tiempo o, mejor dicho, la investigación biomédica nos lo dirá.

Este artículo ha sido publicado en ‘The Conversation‘.