Bruselas aguarda con creciente pesimismo la carta de aranceles de Trump

Si el lunes la semana comenzó con una perspectiva positiva tras la conversación telefónica entre Trump y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, este viernes los portavoces de la Comisión afirmaban —con incertidumbre— a mediodía: “Vamos a ver qué pasa cuando se despierten nuestros amigos en Washington dentro de unas horas”.

Bruselas sigue sin variar su estrategia: apuesta por las negociaciones y ni una sola declaración grandilocuente que pueda dar pie a una escalada cuando al frente de Estados Unidos hay un presidente que ha desplegado una política tan errática. “Por nuestra parte, seguimos completamente listos para concluir el principio de acuerdo”, ha apuntado el portavoz de Comercio del Ejecutivo comunitario, Olof Gill. Él y el comisario de Comercio, Maros Sefcovic, son dos de los que han dicho esta semana que esperaban una resolución “en los próximos días”.

Pero para avanzar en esa dirección falta la indicación que dé Trump a su equipo de negociadores, dirigido por el secretario de Comercio, Howard Lutnick. Con él ha hablado por teléfono estos días Sefcovic, tras verse en Washington la semana anterior. En teoría, ambos dirigentes en el ámbito político, por un lado, y los técnicos, por otro, han ido desbrozando ese “principio de acuerdo” del que se habla en Bruselas, que consistirá en una estructura básica para, en realidad, continuar hablando en el futuro sobre unas bases sólidas y ciertas… Siempre que Trump las respete.

Un punto que ha concitado mucho la atención de los negociadores es el referido a sectores a los que ya les han subido los aranceles, como los automóviles y los componentes (25%) y el acero y el aluminio (50%). “Encontrar una solución viable sobre los coches es algo esencial”, señalaban fuentes diplomáticas este mismo viernes en Bruselas. Esas fuentes no procedían de Berlín, lo cual da idea de que no solo es la potente industria automovilística germana la preocupada por la situación. Apuntaban Reuters y La Stampa esta semana que la estrategia de la UE ha buscado proteger al sector automovilístico buscando cuotas de importación o un mecanismo por el que los fabricantes europeos con factorías en Estados Unidos pudieran acumular créditos para vender coches allí pagando derechos aduaneros más bajos, o sin pagar: esto vendría a suponer que por cada vehículo fabricado Estados Unidos y vendido en el extranjero el fabricante podría exportar uno al país norteamericano.

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