Donald Trump tiene toda la razón. Europa necesita aumentar drásticamente su capacidad de defensa, entre otras cosas, para protegerse frente a una Administración estadounidense tan hostil como la del actual presidente. Y para prevenir escenarios aún peores, como la posible llegada al poder del actual vicepresidente, J. D. Vance, un relevo —bien por hecho biológico o democrático— que provoca escalofríos en círculos diplomáticos en Bruselas.
El acuerdo alcanzado este miércoles en la cumbre de la OTAN para elevar la inversión en defensa al 3,5% del PIB de cada aliado, más otro punto y medio en infraestructuras y seguridad en general, apunta, por tanto, en la buena dirección, aunque sea por los motivos equivocados. La actitud servil con Trump del secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte, ha mostrado el nivel de toxicidad que ha alcanzado la relación de Europa con Washington y el riesgo de bullying al que se exponen los aliados europeos si no reducen su dependencia con el matón de la clase. Cuanto más gaste Europa en su propia defensa, menos temible resultará la ruptura de amarras con el gran hermano estadounidense.
El incremento pactado coincide, de hecho, con el cálculo de algunos analistas sobre el esfuerzo que debe acometer Europa para defenderse sin apoyo de EE UU, es decir, unos 250.000 millones de euros más para una inversión que entre los aliados europeos y Canadá ya ronda el medio billón de euros anuales. El aumento permitiría, según esos análisis, plantar cara sin ayuda transatlántica a otro zarpazo de Rusia como el sufrido por Ucrania.
Pero el reto de la UE es mucho más que el del mero incremento del gasto militar. Y como ha apuntado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras la cumbre atlántica en La Haya, el Consejo Europeo, que se reúne este jueves en Bruselas, debería hablar “menos de porcentajes de PIB y más de coproducción [de armamento], compras conjuntas e interoperabilidad”.
Las fuerzas armadas de los aliados de la OTAN, sin contar a EE UU, superan los 2,1 millones de militares, pero carecen de la coordinación suficiente para actuar de manera conjunta y efectiva. La diversidad del material militar también complica la actuación conjunta o la licitación a nivel continental, con 12 tipos de tanques en Europa, por ejemplo, frente a solo uno en EE UU.
Quizá Trump y Rutte, sin saberlo, han relanzado en La Haya la unión de la defensa europea. Una unión que permitiría a los europeos sumar sus esfuerzos y protegerse frente a imprevistos de Trump o arrebatos bélicos de Putin sin necesidad de llegar al 5% de gasto en defensa. O, al menos, sin alcanzar ese nivel por imposición de Trump, como ha celebrado Rutte con un alborozo que avergüenza a muchos europeos.
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Source: elpais.com