Una selectividad más compleja no logra bajar las desorbitadas notas de acceso a la universidad

El pasado 3 de junio este diario publicó el siguiente titular: « Y el periódico no erró, las calificaciones y los aprobados menguaron ―aunque no se produjo la escabechina que muchos temieron―, pero su traslación a la nota que han pedido para entrar en las carreras en la universidad pública es casi imperceptible. De alguna décima o centésima. ¿Por qué? El número de solicitudes ha vuelto a crecer en muchos campus, aumentando aún más la competencia. El sueño, por tanto, sigue sin poder cumplirse en la universidad pública para muchos jóvenes.

“Solo se produce, en general, un descenso de una décima en estas notas de corte respecto de las de curso anterior, lo cual no es significativo. Pone de manifiesto que el nuevo modelo de examen se ha implantado de forma adecuada y acorde con los conocimientos de los estudiantes», valora la Universidad de Sevilla en un comunicado. Es el centro académico con más solicitantes de España, 24.461, seguido de cerca por la Complutense de Madrid. Eso supone un 29,3% más de solicitudes que en 2024.

La Universidad de La Rioja, la más pequeña de España y situada en una comunidad muy habituada a mandar a sus estudiantes a otras regiones, proporciona unas cifras muy ilustrativas: ha registrado 4.821 solicitudes de admisión para las 1.045 plazas de grado, un 23% más que el año pasado. Y no es que haya un bum demográfico en La Rioja, sino que cada vez más estudiantes prueban suerte por otras regiones. Este año un tercio de sus inscritos no eran riojanos. Los datos de crecimiento son muy sorprendentes: Ingeniería Eléctrica (+88,57 %), Ingeniería Informática (+57.30 %), Ingeniería Mecánica (+39,69 %), Administración y Dirección de Empresas (+38,54 %) o Ingeniería Agrícola (+30,65 %).

En la vecina Aragón las notas en la PAU bajaron dos décimas y no se ha notado en el acceso. No ha ayudado que hayan recibido casi 2.000 solicitudes más que en 2024 (un 8,1% más). “En Medicina, que siempre nos fijamos, el año pasado la nota en la Universidad de Zaragoza (Unizar) fue de 13,089 y ahora de 13. Eso no es bajar, eso es ajustarse”, precisa Ángela Alcalá, presidenta de la comisión organizadora de la PAU. “Mi percepción es que había mucho miedo a cómo iba a ser esta PAU, un miedo casi irracional y los alumnos han estudiado, creo que han tenido más cuidado con las faltas de ortografía, ahora que se acordó en CRUE [la conferencia de rectores] cómo penalizarlas”, prosigue Alcalá.

En opinión de Alcalá, pesa en este crecimiento la calidad de los estudios y que el precio del alojamiento en Zaragoza ―con campus también en Teruel y Huesca― es aún accesible, si se compara con el de otras grandes ciudades. Unizar ha aumentado las plazas en carreras de demanda desorbitada, como Ingeniería Biomédica, Informática, Medicina o Matemáticas y, aún así, las notas siguen por las nubes.

De las 70.558 solicitudes, 37.755 llegaron desde fuera del distrito madrileño, lo que supone en muchas ocasiones que renuncien a la plaza si han entrado para matricularse en una facultad más cerca de casa. Por eso desde los rectorados se insiste en que luego hay más llamamientos en los que la nota de acceso baja algo, a veces hasta décimas.

En la Universidad de Granada no han detectado una subida significativa de la demanda, que ya es altísima. El 47% de sus alumnos son de fuera de la provincia. Se mantienen las solicitudes en ciencias de la salud y ha crecido algo en ingenierías. En nueve carreras técnicas han subido las notas de corte y han bajado en 61 grados, pero en la mayoría en torno a una décima. Su vicerrector, Juan Luis Benítez, se lamenta de que han perdido las 6.000 solicitudes que suponían los demandadísimos grados en Inteligencia Artificial e Ingeniería Biomédica (junto a la Universidad de Jaén), cuya implantación este próximo curso ha rechazado la Junta de Andalucía, que ha preferido apostar por sus campus privados.

En la Politécnica de Madrid, con un 21% más de demanda, se enorgullecen de una subida de la nota en el 50% de sus titulaciones. Han cubierto todas las plazas ya. Para alegría de las empresas, pese al gran esfuerzo que supone estudiar una ingeniería, de nuevo los jóvenes vuelven a interesarse por esos títulos que se desplomaron. El trabajo, por otro lado, está asegurado. Según el Observatorio Académico de la UPM, el 81,5% de los titulados de grado y el 95,1% de máster cuentan con un empleo remunerado apenas un año después de finalizar sus estudios.

Las calificaciones de las PAU cayeron en Cataluña hasta el 6,440, la nota más baja desde 2017 y tres décimas menos que el año pasado. Y, pese a ellos, por la gran demanda ha bajado el porcentaje de los alumnos que entran en su primera opción: un 58% ahora, cuando el año pasado fue un 62%.

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