Entran la madre, no entra el niño. Granados consideró que la presencia de Rivas era suficiente. Siempre según el informe, respondió que “Juana ya ha cumplido, ya que ha venido”. Le vuelven a insistir en que entre el menor y responde que “no quiere entrar, que está fuera agarrado a su hermano, que no lo pueden meter a la fuerza”. Los primeros minutos transcurrieron en esa discusión entre unas y otras. De nuevo, le pidieron que entrara Daniel para “que puedan intervenir las técnicas a solas, sin presencia del progenitor”. En ese momento, Juana Rivas comenzó a sentirse mal. “Se muestra nerviosa, refiriendo no poder respirar”, relata el informe. Su abogado llama al 112 que que envía una ambulancia. Quince minutos después, la madre abandona el lugar en la ambulancia, a la que llega por su propio pie pero en visible mal estado. El letrado aclara entonces que “la progenitora se encuentra mal de salud, que tenía una operación en el día de hoy y ha tenido que aplazarla por acudir a entregar al menor”.
Fútbol y amigos para rebajar la tensión. La situación que describe el informe es especialmente tensa y deciden cambiar de estrategia. “Para rebajar la tensión”, desvían la conversación a temas triviales como sus amigos o su equipo de fútbol, pero el menor responde “que no ha venido a hablar de eso”.
Nervios y negativa a ver al padre. La situación entra en una fase de negativa total de los dos hermanos a ver o regresar con su padre. Las profesionales del PEF piden colaboración a Gabriel “para facilitar el proceso de su hermano”. Este, “pensativo y abrumado”, responde que “esto no puede estar pasando”. Daniel comienza a “respirar de manera agitada” y dice que se quiere ir a casa, que llamen a un médico porque se encuentra mal y pide otra ambulancia. A continuación, el niño pide la ayuda de un policía porque “seguro que ellos pueden hacer algo, ya que las técnicos no están haciendo nada para ayudarlo, ni lo están escuchando”. Las profesionales consiguen tranquilizar a Daniel, momento en el que el hermano mayor “vuelve a activarse”. Un policía entra en la ludoteca donde se encuentra y, minutos después, sale con el hermano mayor. Aunque este dice que no se fía de dejarlo solo, sale con el agente y se queda en el pasillo, al otro lado de la puerta de la ludoteca.
Daniel se tranquiliza y acepta ver al padre. El equipo de profesionales narra un momento de más tranquilidad y confianza una vez el menor está solo. Hablan de asuntos triviales y le vuelven a pedir que vea al padre. El niño quiere consultarlo con su hermano. Las técnicas le insisten en que se despedirá de él, pero que “debe marcharse con su progenitor”. En ese momento, cuentan, “el hermano mayor irrumpe en la ludoteca de manera brusca, saltándose las indicaciones de la policía” de quedarse fuera. Daniel vuelve a “activarse” y, de nuevo con esfuerzo, consiguen que Gabriel vuelve a dejarlos solos.
Padre e hijo se despiden. A partir de ahí, comienza la despedida: “Don Francesco se agacha, posicionándose a su altura y el menor lo mira verbalizando que se quiere ir a su casa y no con él. El progenitor se acerca para acariciarlo, negándose en un primer momento el menor; si bien, continúa conversando sobre la vida del menor en Italia. Pasados varios minutos, el progenitor solicita al menor poder acercarse y este acepta el contacto físico, dejándose acariciar y abrazar por el progenitor. Durante el encuentro, Daniel se muestra tranquilo, no alterando la conducta y mostrándose más cercano con el progenitor conforme pasaban los minutos. Si bien, finalmente solicita a las técnicos que quiere estar a solas con ellas y que se vaya el padre”. El padre vuelve a “acariciarlo solicitándole que se marche con él. El menor se niega, si bien acepta las caricias, acercándose para abrazarlo cuando el progenitor se lo pide antes de abandonar la ludoteca”. Gabriel entra entonces en la ludoteca y abraza a Daniel.
Arcuri, alrededor de las dos y cuarto de la tarde, abandona el Punto de Encuentro, mientras Francisca Granados entra a recoger al niño.
Medidas diferentes para la entrega del viernes. El informe concluye con una valoración técnica: Se considera oportuno que “la entrega … se realice en un lugar neutral que no permita el acceso a terceras personas y agentes mediáticos, que puedan influir en el bienestar del menor así como en el normal desarrollo de la entrega; evitando, por tanto, una sobreexposición del menor (comisarías o juzgados)”. Sobre el modo de hacerlo, “se valora de manera positiva, que durante la entrega, únicamente pueda acceder un acompañante con cada progenitor para evitar que se aglomeren diversas personas en el mismo espacio”. Finalmente, aconsejan que las partes no lleguen a la vez, sino que lo hagan con una “diferencia de mínimo 15 minutos, para evitar encuentros, pero que esta diferencia no sea demasiado extensa, para no prolongar la situación. Finalmente, se considera necesario que el menor esté acompañado por profesionales psicólogos, trabajadores sociales y fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado … para generar un ambiente de confianza y tranquilidad en el proceso”.
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Source: elpais.com