Nueve medallas de natación artística y dos medallas de waterpolo empujaron a España a su cota más alta en la clasificación de los Mundiales de natación. Nunca en su historia el equipo nacional había alcanzado el sexto puesto en estos campeonatos que se celebran cada dos años desde 1973. En la edición que concluyó ayer en Singapur, España superó el 10º puesto de Barcelona 2013 pero descubrió una situación paradójica. Las 12 medallas totales, logradas en deportes sin categoría olímpica como el salto de gran altura, o gestionados desde Barcelona, como el waterpolo y la natación artística, ayudan a la federación a disimular la sequía que empobrece a la natación en línea desde hace un lustro.
Tres oros en natación artística provocaron el maremoto. Iris Tió en el solo libre, Iris Tió y Lilou Lluis en el dúo libre, y Dennis González con Iris Tió en el dúo mixto libre, no solo consagraron a la española como la mejor nadadora de sincronizada del mundo. Pusieron la piedra fundamental del proyecto más innovador que existe en este deporte. Lo encabeza Andrea Fuentes. Nombrada seleccionadora el año pasado, la presentación de Andrea Fuentes con España en los Mundiales tuvo un impacto decisivo en el medallero. El waterpolo hizo el resto.
Dirigido por Rafa Aguilar en su cuartel del CAR de San Cugat, el waterpolo español es un estándar de estabilidad desde 2012. Entre los centros de tecnificación y los clubes catalanes han construido el alma de una cadena de montaje que genera una especie de deportista única en el mundo. Ágiles, rápidos, resistentes, inteligentes para ingeniar soluciones bajo presión, las jugadoras y los jugadores españoles van formando selecciones competitivas. En Singapur, con un seleccionador nuevo —Jordi Valls, sucesor de Miki Oca— y un equipo de transición del que no fue parte Maica García, las mujeres ganaron el bronce, mientras que los hombres despidieron a su capitán, Felipe Perrone, con el oro. El segundo oro mundial de una generación que se ha subido a todos los podios mundiales desde 2019.
Lo repiten entrenadores, nadadores y padres de nadadores, con desazón: la dirección de Sean Kelly fue como añadir un lastre de plomo a un barquito de papel. El hombre renunció después de los Juegos de París, en donde solo uno de los 26 integrantes del equipo de natación en línea hizo su mejor marca: Carmen Weiler.
“Agradezco el apoyo de Luis Villanueva por los cambios implementados, porque han hecho que el equipo progrese”, dijo Kelly, después de renunciar y firmar un contrato con Abu Dabi. Su interlocutor Villanueva, el director general, hombre de confianza del Consejo Superior de Deportes, respaldó los nombramientos de los vicarios de Kelly: Ben Titley, entrenador jefe del CAR de San Cugat, y Rob Greenwood, entrenador jefe de la Blume de Madrid.
Titley se ocupó de entrenar a Emma Carrasco, campeona mundial júnior en 2022 y Greenwood moldeó la formación de Alba Vázquez, campeona mundial júnior de 2019. Ambas habían bajado de 4 minutos y 40 segundos en los 400m estilos en categoría juvenil. Eran las joyas del equipo español. Pero a su fracaso en París añadieron otro en Singapur. Las dos nadaron la clasificatoria de 400m estilos ayer por la mañana. Carrasco quedó 13º con 4m 44s. Vázquez quedó 14º con 4m 46s.
Kelly se fue. Pero el daño ya está hecho. El nuevo director de rendimiento, Santi Veiga, tiene mucho que reparar.
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Source: elpais.com