Durante todo el Mundial, el asunto transcurrió en paralelo a las maniobras del equipo y el nuevo técnico, tras su aterrizaje forzoso, fue regateando el tema a la vez que daba fe del objetivo del atacante en tratar de recuperar la luz. “Su final de temporada no fue fácil, pero se tomó un tiempo y creo que fue bueno para él. No acudió con la selección para resetear la cabeza. Lo veo con ganas de disfrutar. Ahora vamos a tener que ponerlo en práctica”, comentó el vasco en los primeros días en Estados Unidos, donde, sin embargo, no hubo mucha huella del joven (apenas una hora sobre el césped).
Con contrato hasta 2028, que renovó hace dos años con una cláusula de rescisión de mil millones de euros, el paulista, de 24, asegura a tres semanas y media del cierre de mercado de fichajes que quiere continuar en el Madrid. Tampoco ha recibido una llamada en firme y seria de un equipo que aspire a sus servicios, que, además de satisfacer las pretensiones económicas de todas las partes, debería ofrecerle un proyecto deportivo sugerente. Mientras tanto, el ruido no cesa alrededor de su figura.
En el Mundial estadounidense volvió a jugar después de un mes y medio seco entre el Madrid y la canarinha, aunque su regreso resultó escueto. Fue titular y disputó una hora del duelo inicial contra el Al-Hilal, pero luego ya solo apareció dos ratos ante el Salzburgo y Dortmund. Frente al PSG, no fue reclamado por el técnico. Xabi Alonso apenas profundizó durante sus comparecencias en las razones de tan pocos minutos en un conjunto que, al mismo tiempo, asistía en la delantera al nacimiento de Gonzalo García. Durante la larga convivencia al otro lado del océano, tampoco se produjo una charla larga entre el atacante y el entrenador, una circunstancia que se repitió con el resto del vestuario.
A Rodrygo, la pasada campaña se le hizo bola, paradójicamente, después de enlazar una de sus mejores rachas de regularidad con los blancos, algo que siempre le ha costado. Sucedió entre diciembre y enero, cuando pudo partir varios partidos desde la banda zurda aprovechando tres sanciones casi consecutivas por tarjetas de Vinicius. En ese tramo, mezcló bien con Kylian Mbappé y logró más de la mitad de su producción anotadora del curso: nueve tantos y cinco asistencias (14 y 11 en el global de la temporada). En esos encuentros con el brasileño en la izquierda, el francés sumó seis dianas en Liga, cuatro de ellas con pase del paulista. Sin embargo, la mecha se apagó y ya de vuelta en la derecha, lejos de donde a él más le gusta pero también donde había conseguido el estatus de indiscutible, poco a poco se fue metiendo en un túnel.
Su último gol data del 4 de marzo, contra el Atlético en la ida de los octavos de Champions; el más reciente en Liga lo obtuvo allá por el 19 de enero, ante Las Palmas; y los cinco encuentros finales del campeonato los vivió en el banquillo o fuera de la convocatoria.
El brasileño, pese a obtener el cartel de titular fijo para Carlo Ancelotti en la diestra, nunca ha ocultado su frustración por no jugar en la izquierda, su orilla natural. Una queja que manifestó también en el momento en que Carletto y Brasil lo utilizaron como recurso en el centro de la delantera, cuando Benzema empezó a acumular problemas físicos. En el pliego de lamentos, sintió también a principios de la pasada campaña que el entorno le hacía de menos ante el trío de estrellas Vinicius-Mbappé-Bellingham.
Las vacaciones de menos de un mes, apuntan quienes lo tienen cerca, le han servido para dejar atrás las nubes del pasado y regresar entero. Los tres compromisos oficiales de agosto, aún con el mercado abierto, contra Osasuna, Oviedo y Mallorca, más el amistoso ante el Tirol de dentro de una semana, le marcarán el punto de partida en un conjunto que espera la llegada el 14 de agosto de Franco Mastantuono, una operación que se dispara por encima de los 60 millones. Rodrygo es hoy una duda latente en el Madrid, por su capacidad para reinstalar lo mejor de su fútbol y, mientras el mercado siga abierto, por su futuro contractual.
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Source: elpais.com