“En Palestina, hasta estudiar puede ser una forma de resistencia”, cuenta Budair desde Ramala, la capital de Cisjordania, a través de correo electrónico, una vía que ha preferido dada la cantidad de apagones que hay en la ciudad. Budair llegó a Bilbao en octubre de 2022 para hacer su doctorado en la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Lo aceptaron y le asignaron un director de tesis, Juan Manuel Vázquez. Poco después, tuvo que viajar a su ciudad natal, Tulkarem, al noroeste de Cisjordania, para visitar a sus padres. Lo que pensó que sería un viaje breve coincidió con el estallido de la guerra de Israel en Gaza. Desde entonces, no ha podido regresar debido a los riesgos del viaje, los altos costes y, sobre todo, al temor de dejar solos a sus padres.
Desde el 7 de octubre de 2023, con el ataque de Hamás a Israel, la población de Cisjordania se enfrenta a una importante escalada de violencia por parte del Ejército israelí y de los colonos: bombardeos, ataques a campos de refugiados, destrucción de casas, , o asesinatos y palizas a civiles. En enero de este año, Israel inició la operación “Muro de Hierro”, donde se impuso el control militar de zonas como Yenín, Tulkarem y el campamento de Nur Shams. La vida ahí se hizo aún más difícil.
Budair, sin embargo, estaba determinado a continuar la tesis, y solo lo pudo hacer de una manera: con una rutina estricta que empezaba todos los días a las cuatro de la madrugada. “Eso me permitió ser productivo y terminar mi doctorado más rápido de lo pensado”, cuenta. Utilizó todos los momentos en los que había electricidad y se conectaba a cualquier red de internet que funcionase.
Entre el 7 de octubre de 2023 y el 7 de junio de 2025, cerca de 940 palestinos han muerto, entre ellos 200 niños, en Cisjordania; además, 9.010 heridos, según datos de la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU. “El estrés emocional y psicológico de vivir en una ciudad asediada está siempre presente”, dice cuando se le consulta cómo logró hacer la tesis.
Vázquez, profesor de derecho internacional privado y su director de tesis, describe a Budair: “Siempre fue la seriedad, el rigor, la puntualidad, el respeto”, una persona trabajadora que cree mucho en el esfuerzo. En sus 35 años trabajando en la universidad, nunca había trabajado con un estudiante que viviese en una zona de conflicto.
Budair llegó a Valencia en octubre de 2021 para aprender español y al año se mudó a Bilbao. Antes, en 2017, obtuvo la licenciatura en Derecho en la Universidad Árabe Americana, en Palestina, y tiene dos maestrías en derecho privado y en propiedad intelectual.
Su tesis doctoral, por otro lado, estaba enfocada en el arbitraje en Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Arabia Saudí. “Al crecer en Palestina, donde las disputas son frecuentes, tomé conciencia de la importancia de los mecanismos legales, justos y eficientes”, dice. Eligió la UPV-EHU por su excelente reputación en derecho internacional y sus grandes profesores, añade.
Cuando la tesis ya estaba terminada, lo que quedaba pendiente era la defensa de su trabajo. Este proceso, en la UPV-EHU, es, por obligación, presencial y bastante protocolario. Pese a las dificultades, Budair estaba dispuesto a volver a España. Sin embargo, dada la escalada entre Israel e Irán, el consulado español en Jerusalén le retuvo el pasaporte y no le dieron la visa. Fue el momento más duro de todos, señala el director de la tesis: “Los dos nos quedamos hechos polvo, después de todo el trabajo y él en esa situación…”.
Budair está buscando financiación para continuar con su investigación postdoctoral para contribuir al campo legal palestino. No descarta trabajar, alguna vez, para un campus palestino, pero actualmente las universidades están operando bajo condiciones muy difíciles ―muchas han pasado a educación remota, el número de estudiantes se ha reducido por el conflicto y las oportunidades laborales son mínimas por la escasa financiación―. También intenta continuar ligado a la UPV-EHU para seguir compartiendo conocimiento.
El día a día en Cisjordania es todavía muy difícil. “A veces desearía poder tener un momento en el que no tuviera que preocuparme por que mi vida se vea interrumpida”, dice, y agrega: “El miedo a morir es más abrumador que la propia muerte”.
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Source: elpais.com