Genadi Kostov es un veterano de guerra y conserje en un edificio de viviendas del centro de Kiev. Desde su portería ha visto a los rusos asediar su ciudad en 2022 y desde su portería ha sufrido semanalmente los bombardeos del invasor contra la capital ucrania. El viernes, pocas horas antes de la cumbre en Alaska entre los presidentes de Estados Unidos y Rusia, Donald Trump y Vladímir Putin, Kostov chequeaba en su teléfono las noticias de última hora sobre la reunión. ¿Qué esperaba él del encuentro? “Básicamente es una reunión entre dos gilipollas para decidir cómo jodernos”, zanjó Kostov.
Ucrania no se fía de Trump y la cumbre de Alaska todavía ha provocado más resquemores en su sociedad. “Patético, dolorosamente patético, es literalmente cómico a estas alturas. No lo dudéis, Trump irá para Moscú”, ha escrito este sábado en sus redes sociales Ilia Ponomarenko, uno de los opinadores más influyentes de Ucrania. “Nauseabundo, vergonzoso y al final, inútil”, son las primeras palabras de un editorial del diario Kyiv Independent sobre la reunión en Anchorage. “Vergüenza eterna para Estados Unidos”, ha añadido otro destacado activista civil ucranio, Mijaílo Golub.
“En toda mi vida no me habría imaginado que EE UU cayera tan bajo”, dice por teléfono Galina Yareha, una mujer de 55 años de la región de Lviv, en el oeste de Ucrania, directiva de una empresa de alimentación. “Ver a soldados americanos colocando la alfombra roja para un criminal que ha matado a tanta gente, es horrible”. “Estos dos idiotas no conseguirán nada”, dice Yareha en referencia a Trump y a Putin, “no será fácil para nosotros, pero resistiremos con Europa”.
“Tenía la esperanza de que si Putin no aceptaba el alto el fuego, Trump mandaría a este bastardo al tribunal de la Haya y así se convertiría en el líder del mundo”, dice Irina Prijodko, profesora de educación física de Zaporiyia, en el este de Ucrania, “pero ahora en cambio solo nos queda unirnos a ucranios y europeos e ignorar a esta pareja”.
Bogdan Chernenko departía a la hora del almuerzo de este sábado en un local de Kiev con unos amigos. Entre ellos compartían memes con sus teléfonos, imágenes que corren por las redes burlándose de la cumbre. Chernenko, empleado de una empresa de seguridad, se fijaba en especial en las fotografías de la reunión: “Trump no aparece tan jovial como es de costumbre, porque sabe que no ha conseguido nada”. “Putin, en cambio, sale de Alaska con los objetivos cumplidos, con un reconocimiento internacional, y se va tan pancho sin haberle dado nada a Trump”, dice Chernenko: “Sin duda no es nada bueno para nosotros”.
La gota que ha colmado el vaso ha sido el mensaje final que Trump ha publicado en la red social Truth y en la que ha anunciado que sí ha habido un acuerdo con Putin: la reclamada tregua inmediata como paso previo para terminar la guerra, condición imprescindible durante meses según la posición de Washington, ya es agua pasada. Según Trump, Zelenski y los aliados europeos habrían secundado que ya no es necesario el alto el fuego para negociar la paz.
Esto quiere decir que la paz se negociará mientras se combate. Y en el frente de guerra, quien lleva la voz cantante es Rusia. Ucrania cuenta con un déficit de tropas y armamento comparado con el ejército invasor. Soldados de las fuerzas especiales de la Policía Nacional y oficiales de la 155ª Brigada Mecanizada de Ucrania confirmaron la semana pasada a EL PAÍS en Donetsk que están sufriendo una carestía de munición por el freno del apoyo militar estadounidense.
Las potencias europeas son desde este 2025 el principal sustento militar de Ucrania, por delante de EE UU. La Casa Blanca de Trump ha aprobado poco más de 1.000 millones de euros en transferencias armamentísticas, previo pago de estas por parte de sus aliados europeos en la OTAN. La cifra es muy inferior al ritmo que mantuvo de apoyo Biden.
“Lo que ha sucedido es que Putin ha conseguido convencer a Trump de que cualquier esfuerzo para un alto el fuego fracasará, y se ha ganado el apoyo de Trump de que las causas profundas del conflicto deben ser afrontadas”, ha advertido Tatiana Stanovaya, académica del Centro Carnegie para Rusia y Eurasia.
Lo sucedido es la confirmación de una desconfianza ucrania que viene de lejos, desde el inicio del mandato de Trump en enero. El Instituto Internacional de Sociología de Kiev (KIS) establecía en diciembre de 2024, a partir de sus encuestas, que solo un 21% de los ucranios consideraban como negativa para sus intereses la inmediata presidencia del republicano. El porcentaje había aumentado en junio hasta el 72%. El presidente estadounidense ha mantenido una estrategia de presión sobre Kiev y de conciliación con Moscú, imponiendo a Ucrania acuerdos comerciales draconianos, como el pacto de explotación de minerales, o una reducción drástica de la ayuda militar para las tropas ucranias.
el resultado de la cumbre. “el jefe de la Casa Blanca ha aceptado desescalar la presión sobre Rusia, resalta Medvédev, y, lo más importante, la desaparición del alto el fuego como condición “muestra que las negociaciones son posibles mientras continúa la operación militar especial [la guerra]”.
El triunfalismo de Medvédev es especialmente doloroso porque fue un tuit suyo avisando a Trump de una escalada bélica que llevó este agosto al presidente estadounidense a desplazar dos submarinos nucleares cerca de las costas rusas.
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Source: elpais.com