Kick nació en 2022 con la promesa de ser la «alternativa libre» a Twitch. Un espacio donde los creadores de contenido podían emitir sin las restricciones que imponían otras plataformas y, además, con condiciones económicas más ventajosas: hasta un 95% de los ingresos de las suscripciones van a parar al bolsillo de los ‘streamers’. Tres años después, la imagen pública de Kick dista mucho de ese ideal. Hoy la red australiana, con sede en Melbourne, está en el centro de la polémica por su permisividad hacia contenidos violentos, su relación con el mundo de las apuestas y la acumulación de casos de acoso, humillaciones y toxicidad.
La tragedia de Raphaël Graven —conocido en internet como Jean Pormanove—, un creador francés que murió el pasado lunes en directo tras días de maltrato retransmitido en la plataforma, ha vuelto a poner el foco en la ausencia de filtros de Kick. El vídeo de su muerte fue un directo que duró varios días: en total 289 horas. Murió mientras dormía. «¿JP?», le pregunta en varias ocasiones uno de los participantes. Le lleva una botella de agua. Cuando se da cuenta de que no reacciona apaga la cámara. En las imágenes previas, se ve como este y otro hombre le asestan golpes y le insultan.
Pero el de Pormanove no es un caso aislado: en los últimos meses la compañía ha tenido que lidiar con emisiones de menores en situaciones de riesgo, que normalizaban el consumo de drogas o el juego, e incluso retransmisiones de agresiones físicas. Al final del día, estos usuarios acaban siendo bloqueados de la plataforma pero, durante el tiempo que están retrasmitiendo -que pueden llegar a ser semanas-, dejan una mancha imborrable en la red social.
En el caso de Pormanove, unas 10.000 personas seguían la retransmisión en la que falleció. Pero más de 100.000 observaron como Jack Doherty estrellaba su McLaren a 200 km/h mientras leía el chat; o 60.000 vieron a Vitaly agredir a un anciano hasta dejarlo hospitalizado.
María Delgado
Profesora de Comunicación Digital en la Universidad de Barcelona
Por su parte, Kick asegura a ABC que ha reforzado sus equipos de moderación y ha endurecido sus reglas contra el acoso y la violencia, pero su aplicación sigue siendo errática.
Source: www.abc.es