Muere el teniente coronel Sánchez Silva, el primer mando militar abiertamente gay de España

Protagonizó la salida del armario más importante de la historia castrense en España. En septiembre de 2000, la revista Zero publicaba una portada con este titular: “El primer militar gay”. Era José María Sánchez Silva, teniente coronel del Cuerpo Jurídico de las Fuerzas Armadas, quien hablaba abiertamente de su vida como homosexual dentro del ejército. Al mismo tiempo también lo hizo en EL PAÍS. Un acto de valentía civil y heroico en un entorno castrense que cambió mentalidades y revolucionó un Ministerio de Defensa, entonces con Federico Trillo (PP) al frente. Casi nada.

Sánchez Silva era un lector habitual de los estantes de la librería Berkana, en Chueca, cuando unos meses antes de ese verano comentó a su dueña, Mili Hernández, su condición de militar y su disposición a salir del armario. Ella llamó de inmediato al entonces redactor jefe de la revista Ricardo Llamas y a su director Miguel Ángel López, para que conocieran al militar.

Era su lucha, su audaz legado que comentaba en los círculos cercanos, pero también en charlas abiertas y, por supuesto, en su puesto de trabajo. Por eso recibió amenazas, insultos y ataques los meses posteriores, llevando incluso a juicio a otro compañero por injurias en 2003.

La justicia no le acompañó, y esto acabó con la carrera de José María, que fue a la reserva voluntariamente. “Si alguien me ha odiado, que sepa, desde ahora mismo, que no ha conseguido que el odio sea recíproco”, afirmó en la icónica revista a modo de despedida.

Del ejército solo le quedaba el recuerdo, porque ni las medallas ni el uniforme guardó tras su salida. Era un militar de izquierdas comprometido, conocedor de que su salida del armario traería consecuencias, aunque nunca imaginó que tantas y tan abruptas.

Este lunes 25 de agosto, a las siete de la tarde, falleció en una residencia militar de Guadarrama, en Madrid, 25 años después de ese valiente hito que cambió tantas cosas, y que el asociacionismo y la comunidad LGTBIQ+ apenas reconoció en vida, algo de lo que él se quejaba constantemente.

Pidió que sus cenizas descansaran junto a la de sus padres, en Cabo Enderrocat, en Mallorca, y recibir una misa funeral en una iglesia castrense, pese a haber apostatado años antes y retractarse después de la pandemia.

José María Sánchez Silva era de impulsos en apariencia, pero como buen militar, medía de manera estratégica cada movimiento, para evitar emboscadas. Ojalá su nombre ocupe ahora el lugar que siempre mereció, como peldaño necesario en la consecución de los derechos que hoy disfruta todo un colectivo.

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.