La amenaza oculta de las enfermedades del corazón en mujeres: infradiagnosticadas, infratratadas y desconocidas

Las enfermedades cardíacas siempre se consideraron cosa de hombres. En parte, es cierto, pero solo hasta la menopausia. Los cambios hormonales de esta etapa hacen que el riesgo para las mujeres crezca y se vaya emparejando al de los hombres a medida que avanza la edad, incluso llegando a superarlo para ellas en algunas dolencias. Con la agravante de que el desconocimiento de la enfermedad en mujeres ―por parte de las pacientes y en ocasiones de los propios médicos― hace más difícil su diagnóstico y su tratamiento.

Como sucede para los hombres, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en mujeres, pero en ellas están “infradiagnosticadas e infratratadas”, según la comisión de la revista The Lancet sobre el tema. “Décadas de campañas han contribuido a aumentar la concienciación sobre su impacto en la salud femenina, y se han impulsado cambios positivos. Sin embargo, pese a estos esfuerzos, en la última década se ha producido un estancamiento en la reducción de la carga global de enfermedad”, señala.

La historia de este sesgo viene de los años setenta. El ensayo estadounidense Multiple Risk Factor Intervention Trial evaluó a 325.348 hombres, y a ninguna mujer, para el riesgo de enfermedad cardiovascular. Casi 13.000 de estos varones fueron identificados como de alto riesgo y se les ofrecieron estrategias de prevención. De aquel estudio resultaron decenas de publicaciones, que produjeron una base sólida de evidencia sobre el riesgo y la prevención cardiovascular. Pero solo para hombres blancos. El acrónimo del ensayo fue Mr. Fit (Señor en forma).

“Entre las deficiencias de la investigación médica, la infrarrepresentación de las mujeres y de las minorías étnicas en los estudios clínicos es poco menos que un escándalo”, escribía hace dos años Kamran Abbasi, editor jefe de la prestigiosa revista científica British Medical Journal. “En 1994, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos hicieron obligatorio que la investigación financiada con fondos públicos incluyera a ambos grupos. El Instituto Nacional de Investigación en Salud y Atención del Reino Unido emitió directrices sobre sexo y género en 2020. Sin embargo, a pesar de estos y otros requisitos, de la mayor concienciación y de numerosos compromisos, el progreso es inaceptablemente lento”, añade.

Una de las consecuencias de todo esto es que los síntomas de algunas enfermedades sean distintos y que ellas los identifiquen menos. En lugar del típico dolor torácico opresivo, las mujeres con cardiopatía isquémica pueden presentar náuseas, fatiga, disnea, o dolor de cuello y mandíbula. Esto retrasa la identificación del evento agudo; y varios estudios han señalado la necesidad urgente de reconocer estos síntomas en mujeres para reducir el retraso en la atención.

Un estudio de 2009, por ejemplo, reveló que cuando iban al médico refiriendo síntomas compatibles con la enfermedad cardíaca, tenían el doble de probabilidades que los hombres de ser diagnosticadas de enfermedad mental. Otro más reciente, publicado en 2022 en Estados Unidos, mostró que las mujeres, especialmente de raza negra, tenían que esperar un promedio de 11 minutos más que los varones en recibir atención por un dolor en el pecho. Era menos probable que su caso fuese urgencia como una urgencia, que se les hiciera un electrocardiograma o que se les ingresara en observación.

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.