Como todas las enfermedades causadas por los malos hábitos de vida ―y la hipertensión lo es en la gran mayoría de las ocasiones―, la solución parece sencilla: cambiar esos hábitos, lo que pasaría por reducir la sal, las grasas nocivas, hacer dieta mediterránea, ejercicio físico, evitar el estrés. En la práctica, el estilo de vida saludable funciona individualmente a quien lo consigue practicar, pero se ha mostrado muy complicado generalizarlo a toda la población.
Lo primero que habría que hacer es localizar a esos hipertensos que no conocen su condición para que fueran conscientes y tomasen medidas. Carlos Escobar, miembro de la SEC, cree que igual que a partir de los 50 años se recibe un aviso para un cribado de cáncer de colon por medio de la sangre oculta en heces, igual que existen revisiones para el cáncer de cérvix y mama en mujeres, debería haber un aviso para medir la presión arterial. “Deberían mandar una carta a toda la población recomendando tomarla cada tres años en sujetos menores de 40 años y anualmente en mayores”, sostiene.
El segundo paso sería tomar la tensión bien, algo que raramente se hace, según José Antonio García Donaire, presidente de la SEHLELHA. “No es como el colesterol, que da una medida en un análisis de sangre. La situación cuando se toma influye mucho: la psicológica, si has comido más sal en los últimos días, si has ganado peso, que el aparato sea adecuado, que el paciente no se mueva. Influye si te haces pis, si has fumado en los últimos 15 minutos. Tampoco se sabe que hay que medir tres veces consecutivas y quedarse con media de las dos últimas. Muchos médicos no saben que no vale una sola medida para considerar a una persona hipertensa. Si es necesario se puede recurrir a un aparato llamado MAPA, que se lleva durante todo el día y da una medida más precisa”, señala García Donaire.
La esperanza contra la hipertensión está en una gama de nuevos medicamentos. Miguel Ángel María Tablado, coordinador del grupo de trabajo de Hipertensión de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) cree que, por un lado están los fármacos de la familia del Ozempic, que además del adelgazamiento disminuyen la tensión: “Muchas veces desaparece y estamos viendo cómo en ocasiones pacientes crónicos que tomaban uno o dos fármacos para la hipertensión, pueden dejar de tomarlos”. En los próximos años viene lo que García Donaire califica como una “revolución brutal” en torno a estas moléculas.
No está de más volver a recordar que antes de recurrir a los fármacos, incluso antes de llegar a la hipertensión, debería tratarse día a día, en cada comida, en las horas de movimiento, de ejercicio y de descanso. Esto, subraya Bruno, no es igual de fácil para todo el mundo y : “Puede ser más difícil en ciertos barrios, influye la alfabetización en salud, los recursos para hacer deporte, el tiempo, el acceso a la atención médica. Así pues, no se trata solo de la dieta ni del estilo de vida, sino de la sociedad misma, que debe cambiar para mejorar el control de la presión arterial”.
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Source: elpais.com