Carlos Alcaraz: “La perfección no existe, pero tal vez se pueda rozar”

Carlos Alcaraz (El Palmar, Murcia; 22 años) se mueve por las galerías de la Arthur Ashe con el trofeo bien amarrado entre esas dos manos fuertes, como si fuera un hijo. “¡Cuidado, que me lo dejo! Y no es plan…”, dice al abandonar una estancia para trasladarse inmediatamente a otra. Dos horas antes , el segundo en Nueva York, y ha vuelto de nuevo a ocupar la cima del tenis en el mismo escenario que le encumbró por primera vez, hace tres años. Mucho y poco queda de aquel chaval que se presentaba a grito pelado a ojos del mundo: “¡Soy un toro! ¡Soy un toro!”. El murciano conserva la esencia de entonces, pero las formas han cambiado. El viaje vital ha sido extraordinario. Aquel Carlitos cada vez es más Carlos y, dice, actúa en consecuencia. La sinceridad de sus inicios sonaba en algunos oídos a fanfarronería, pero hoy día pocos dudan de que el español no posea las dotes suficientes para convertirse en el mejor tenista de todos los tiempos. De momento, le gana la partida a Jannik Sinner y ya es una estrella mundial, pero no ha perdido la frescura ni la cercanía con EL PAÍS y los otros dos medios españoles que tiene enfrente. Se despide: “¿He contestado bien? ¿Demasiado largo o muy corto?”. Sobre la pista, pocas dudas.

Pregunta. ¿Diría que esta ha sido su torneo más redondo?

Respuesta. Sí, seguramente sí, porque he jugado a un nivel muy alto de principio a fin, con mucha consistencia en todos los partidos y eso es algo que estábamos buscando. Han sido dos semanas espectaculares, tenísticamente hablando. De mucho nivel. Al final, me esfuerzo cada día para esto, en cada entrenamiento, en cada partido. Hay que valorar lo difícil que es poder levantar un solo Grand Slam, así que ahora toca pararse un poquito y disfrutar el momento.

R. Al final, intentamos ser lo mejores que podemos cada día. Eso para mí es lo primordial. Juan Carlos y yo hemos dicho eso porque he jugado un muy buen tenis desde el principio hasta el final, pero en realidad creo que la perfección no existe; tal vez se pueda rozar, pero no existe. Entonces, yo mantengo los pies en la tierra recordándome a mí mismo que siempre se puede mejorar, que va a venir otro jugador, o incluso el propio Jannik, que puede superarme y ser mejor que yo. Nosotros tenemos que ir sobre la marcha, entrenando y mejorando cada día, y a partir de ahí tengo claro que nunca voy a ser perfecto. Se trata simplemente de rozarlo. Eso es lo que me mantiene motivado.

P. También parece haberle motivado la crítica. Hasta hace no mucho, por ahí se le tachaba de fiestero y de poco comprometido. ¿Gasolina para usted?

R. No, no, ha sido motivación personal. Obviamente, desde que se estrenó el documental [titulado A mi manera, a finales de abril] se ha hablado mucho de ello, ha dado mucho de sí, la verdad. Se dice que me gusta mucho la fiesta… ¡Y a mí me gusta disfrutar! ¿A quién no le gusta disfrutar?

P. Organizándose bien, hay tiempo para todo, claro que sí.

R. Creo que eso es por lo que trabajamos, por lo que sufrimos, por lo que estamos tanto tiempo fuera de casa; para luego tener nuestros momentos y nuestra diversión. Cada uno lo disfruta de una manera y a mí, personalmente, sí, me gusta salir, porque tengo 22 años. ¿Quién no lo ha hecho con esa edad? ¿Quién no ha disfrutado con 22 años? A mí me gusta pasármelo bien con mi familia y mis amigos, sea de fiesta o no, con otro tipo de planes más tranquilos… Se trata de tener tiempo de calidad en casa para luego estar motivado de cara a los torneos.

P. Ahora, sin embargo, de repente parece haberse hecho mayor de golpe. Incluso habla de madurez. ¿No le da vértigo crecer tan rápido?

R. Estamos madurando y creciendo, aprendiendo a llevar muchas situaciones, pero mantengo la misma ilusión de antes. Estoy intentando gestionar de la mejor forma posible todo esto, porque no es fácil, pero cuando las cosas van bien fuera de pista, no es raro que luego vayan bien dentro. Una cosa va ligada a la otra. Eso es lo que más hemos mejorado. Fuera de la pista he mejorado mucho y me he dado cuenta de lo importante que es cuidar todos los detalles para estar perfecto. Creo que ese ha sido mi mayor progreso.

P. El otro día, por cierto, le preguntaban un par de veces por Donald Trump. ¿Es ahora más consciente de la repercusión que puede tener cualquier cosa que diga?

P. ¿Considera que un deportista como usted, de primera línea, debe ser ejemplar?

R. Cada uno tiene su manera de vivir y de hacer las cosas. Hay gente que disfruta haciéndolas de una manera, aunque no sea la más ejemplar, y a lo mejor le puede funcionar; también hay otros a los que les gusta hacerlo de un modo más ejemplar, y yo soy de esos. Me gusta ayudar a que los jóvenes tengan alguien en quien inspirarse.

R. Es mi estilo, me gusta jugar así. Desde pequeño era igual. Creo que puedo hacer muchas cosas en la pista, mucha clase de golpes; desde tirar la dejada a pegarle con efecto. Además, cada vez estoy más contento con mi físico, porque eso te aporta mucha seguridad.

P. Sinner se ve “demasiado predecible”. ¿Lo percibe usted también así?

R. Yo no diría eso. Yo, como él, veo y estudio muchos de sus partidos. Me encanta cómo juega y lo que hace es increíble. No creo que sea predecible, sino que sencillamente nos conocemos cada vez mejor, porque ya nos hemos enfrentado unas cuantas veces [15 en total, con un 10-5 a su favor]. Sé qué condiciones tiene y trato de adaptarme de la mejor forma posible para poder hacerle frente.

P. Él dice que ahora le toca mover pieza, que cambiará cosas. ¿Qué prevé?

R. No siento que la bola esté ahora en su tejado, porque yo también debo estar alerta para ver qué va a hacer diferente. O sea, tengo que ir un poco por delante, prepararme más e incluso seguir mejorando en muchos aspectos. Eso es lo bonito de esta rivalidad, de nuestros partidos; nos llevamos tan al límite que eso nos obliga a tener que ser un poco mejores cada día, en cada torneo. Seguro que modificará alguna cosa, pero yo estaré preparado para ello. Todavía no ha salido el mejor Carlos.

P. Quizá no, pero el ranking ya le reconoce otra vez, dos años después, como el número uno. ¿Objetivo cumplido?

R. Este deporte tiene pocas cosas malas, pero una de ellas es que en cuanto ganas un torneo ya tienes que estar concentrado para el siguiente, así que solo tienes un día o dos para disfrutar, no mucho más. Por eso, a veces me cuesta darme cuenta de que he ganado o de lo que he conseguido. Es verdad que el tiempo vuela.

P. ¿Con qué se queda de este año?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.