El litigio abierto desde hace cinco años entre el Opus Dei y la diócesis aragonesa de Barbastro-Monzón por la gestión del santuario de Torreciudad, corazón espiritual de la Obra en la tierra donde nació su fundador, Josemaría Escrivá de Balaguer, ha llegado a un extremo insólito: el obispo, Ángel Pérez Pueyo, ha sorprendido este lunes a los fieles, en su homilía en la catedral de Barbastro con motivo de las fiestas locales, con la amenaza velada, pero explícita, de su renuncia si le obligan a aceptar el acuerdo presentado por un mediador vaticano, que según ha trascendido se inclina a favor de la organización ultraconservadora. Es más, ha asegurado que se está traicionando la voluntad del papa Francisco, fallecido el pasado mes de abril y que estaba de su parte en el conflicto, y hasta ha esgrimido cartas del pontífice que obran en su poder: “El mismo papa Francisco me advirtió, en una carta del 13 de octubre de 2024, que tuviera cuidado con las intrigas que él decía mafiosas, y lo digo porque él lo escribió, y esto nos alerta a todos”.
No hay precedentes recientes en la Iglesia española de un obispo que amenace con presentar su dimisión por su desacuerdo con una decisión de la Santa Sede. En las últimas décadas, se recuerda el caso de Nicolás Castellanos, obispo de Palencia, que renunció en 1991 para dedicarse a los pobres en Bolivia, en desacuerdo con la línea de Juan Pablo II. Ese año también . En 2021, . En 2019, también lo hizo el de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa, por motivos personales nunca bien aclarados.
La referencia a Eleazar, personaje bíblico que prefirió morir antes de que le obligaran a comer carne de cerdo, es significativa: el obispo está diciendo que no va a tragar. Incluso aunque desde el Vaticano le ordenen aceptar el acuerdo, un escenario en el que si mantiene su postura y no obedece debería presentar su renuncia, que luego debe ser aceptada por el Papa. El obispo ha subrayado que Eleazar “aceptó el sacrificio por dignidad, por lealtad, por fidelidad y por coherencia”. “Consciente de que la verdad puede padecer, pero nunca perecer, os confieso que este reclamo de nuestra dignidad no nos ha resultado fácil. Tampoco lo ha sido alzar la voz para defender que nuestro pueblo no se merece menos”, ha confesado.
En este litigio en el que Pérez Pueyo ha elegido como última trinchera en defensa de su diócesis la pelea por la propiedad de una imagen románica de la Virgen de los Ángeles, a la que no está dispuesto a renunciar. En una última oferta que hizo en julio, Pérez Pueyo renunció a controlar el santuario y recibir cualquier aportación económica de sus ingresos a cambio de que sea la Santa Sede quien controle directamente el complejo y sus cuentas, y de que la Obra devuelva a la diócesis dos piezas: el icono mariano ―en el templo se colocaría una copia―, y la pila donde fue bautizado Escrivá, que estaba en la catedral de Barbastro y la organización religiosa se llevó a su casa general en Roma. Son condiciones muy difíciles de aceptar para el Opus Dei.
La imagen de la Virgen que ahora es el centro de la disputa es una figura de madera de más de mil años que estaba en la ermita en torno a la cual se levantó el complejo, a 22 kilómetros de Barbastro, y que el Opus Dei trasladó al interior del nuevo templo, inaugurado en 1975. Para la Obra, dentro del culto a su fundador, es de gran valor simbólico, pues la madre de Escrivá de Balaguer rezó a esta imagen para que se curara cuando era niño y padecía una grave enfermedad.
Ahora Pérez Pueyo plantea ese traslado de la escultura casi como un robo a los fieles de Barbastro, y recuerda que “desde hace ya cinco años venimos pidiendo, casi suplicando, que se respete la dignidad de nuestro pueblo”. “Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad ha de ser, así lo entendemos, venerada en su pequeña y humilde morada de donde nunca debió salir tras mil años de historia en manos de un pueblo que la venera con enorme devoción. Y es por ello que quiero transmitiros la seguridad de que vuestro pastor siempre se mantendrá fiel a su pueblo, a esa pequeña grey de dignidad gigante a la que es mi mayor orgullo servir. Y así será hasta el final”, ha anunciado a los fieles.
Con toda intención, el obispo ha argumentado que el icono siempre “se ha custodiado en sus lugares originarios, en el santuario del Pueyo, donde han servido tres congregaciones distintas, benedictinos, claretianos e Instituto del Verbo Encarnado, o en el santuario de Guayente, confiado a los hermanos de La Salle”. “Todos ellos recibieron el mismo encargo que en su día tuvieron los responsables de la Prelatura, como se recuerda en el programa de fiestas del año 1968: cuidar de la madre común, la original talla románica, y difundir su devoción desde su propio hogar, para visitarla, rezarle, besarla, cantarle, vestirla y procesionarla en su casa. Es así como se respeta también la dignidad de los lugares pobres y humildes, como la gruta de Belén”.
Esgrimir documentos escritos del difunto pontífice es otro detalle inédito que da idea de la intensidad del conflicto. Pérez Pueyo, que en los últimos años ha sido objeto de ataques y campañas de desprestigio en medios ultraconservadores, está dispuesto a sacar papeles del cajón para demostrar que el acuerdo que se ha forjado tras la muerte de Francisco va contra su voluntad original.
El obispo ha asegurado que ya uno de sus predecesores, Ambrosio Echevarría, obispo hasta 1999, pidió que la Virgen “que durante más de mil años ha estado en manos de nuestro pueblo, la ha querido, tocado, besado y protegido incluso a costa de la propia vida durante la guerra, volviese a la ermita donde siempre estuvo”. Pérez Pueyo argumenta que “no se trata de una petición baladí, sino del reclamo de la misma dignidad que se respeta en otros lugares como Fátima o Lourdes”.
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Source: elpais.com