Árbol va y protesta viene, de nuevo los protagonistas en la Vuelta a España. Derribaron un árbol en la carretera —enredo que no pasó a mayores porque la Guardia Civil lo retiró a tiempo— y, a escasos dos kilómetros de la meta, produjeron altercados y rifirrafes con la policía, barullo y demasiados decibelios, al punto de que la organización, decidió adelantar la meta ocho kilómetros. En esta ocasión, sin embargo, sí que habría ganador. Y ese fue Egan Bernal, un triunfo soberbio que le hace olvidar, en parte, el grave accidente que tuvo hace un par de años que casi le arrebata la vida.
“…”, relatan las notas de una canción que ya ha hecho fortuna en la Vuelta, toda vez que este martes, como cada día, se coló durante diez minutos en la frecuencia de Radio Vuelta, el canal que utilizan todos los equipos ciclistas y la organización de la competición. Tonadilla que incluso ya se tararea en los coches de los equipos participantes porque, dicen, es bien pegadiza. Un que es pacífico, una forma de protesta por los manifestantes en favor de Palestina, focalizado todo en el equipo Israel-Premier Tech. “Es evidente que la situación es terrible y se entienden las protestas, pero no creo que por tirar a alguien al suelo sea mejor o peor la protesta”, resuelve Joxean Matxin, mánager del UAE, casi único en su especie porque no tiene reparos en hablar sobre los problemas que generan los activistas en la carrera. Entre otras cosas, porque en el pelotón reina la ley del silencio, . O casi. “Tenemos nuestra opinión, pero desde el equipo nos han dicho que no nos pronunciemos” o “de eso no hablo”, son las respuestas recurrentes. Pero los activistas sí que se hacen notar y hablan, aunque sea derribando árboles y cortando la carretera. Un incidente, en cualquier caso, que no pasó a mayores por la intervención de la Guardia Civil. Peor fue en la meta.
Mientras la UCI invita al equipo a competir, Sylvan Adams —propietario del conjunto israelí, millonario, canadiense, sionista y amigo del primer ministro Benjamín Netanyahu— rechaza ceder a las presiones porque, cuenta, su equipo se ha ganado el derecho a estar en la élite. “No solo eso, cuenta un mecánico del pelotón que trabajó hace varios años en el Israel, ahora en otro conjunto que prefiere no citar para guardar el anonimato. Aunque, cuenta, esto viene de lejos. “Cuando estábamos con el sub-23 en Francia, ya hace cuatro años, siempre que nos parábamos en las gasolineras no decían de guapos para arriba…”, explica. Pero la cosa no pasaba de ahí. En la Vuelta, sí.
un manifestante que se dio un topetazo “Se podía haber provocado una tragedia mucho mayor. Tengo golpes, que no son no pequeños. Da rabia. A mí me han jodido la Vuelta a España”, expuso el ciclista a modo de lamento, poco antes de bajarse hoy de la bici porque las heridas no le permitían continuar.
El problema, cuentan desde el equipo israelí, es que no hay tregua. “La noche pasada en el hotel volvimos a tener altercados. No son graves y ya nos hemos acostumbrado, pero siempre es así”, admite un integrante del del Israel-Premier Tech, que recuerda los lanzamientos de tomates al autocar y las vejaciones permanentes que sufren. “Me cuentan que están más cansados mentalmente que físicamente, que no saben si rodar por delante o por detrás para evitar problemas”, sisea el mecánico anónimo. “Ellos mismos nos dicen que prefieren ir por el centro del pelotón, sin ponerse en los laterales por lo que pueda pasar”, se suman desde el de un equipo participante que, claro, prefiere no revelar su nombre. “Si eso ya nos pasa a nosotros… imagínate a ellos”, señala otro director deportivo del pelotón. “Es que no sabemos si se va a parar la carrera o no se va a parar, si en la neutralizada vas a estar parado un minuto o vas a estar parado una hora, si van a salir de la cuneta o no…”, agrega Matxin.
En la etapa por tierras gallegas, sin embargo, no pasó nada en la salida. Pero era cuestión de tiempo. Donde comenzaba el pueblo de Morgadans, en el kilómetro 140 del recorrido y a escasos 20 kilómetros de meta, en el Alto del Prado, varios protestantes tiraron deliberadamente un árbol que atravesó la carretera. La Guardia Civil y la organización, advertida de que eso podía suceder, actuaron rápido para serrarlo y evitar el enredo, para abortar otra injerencia en la competición. Una en la que, tras varias intentonas, se dio una fuga de 17 corredores. Entre ellos, Mikel Landa, que sigue con molestias por la vértebra fisurada en el Giro, pero que fue capaz de romper a los escapados en el Alto da Grova, todavía con 60 kilómetros por cubrir junto a Bernal, Denz, Rolland y Braz Alfonso. Entre ellos se disputaron el laurel del día, despreocupado el pelotón y Visma de los fugados, solo controladores ante los que podían poner en entredicho el liderato de Vingegaard. Cosa que no sucedió.
Pero sí se dieron las protestas, en este caso incontenibles para el devenir seguro de la etapa, toda vez que eran cientos los manifestantes. Disturbios y altercados, final feliz y triste para Bernal, que venció y lo hizo sin levantar las manos.
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Source: elpais.com
