Despejado el enigma de la identidad del presunto asesino del comentarista ultraconservador y aliado de Donald Trump Charlie Kirk que tenía en vilo a Estados Unidos, la búsqueda de respuestas se dirige ahora hacia la familia del sospechoso, Tyler Robinson, un vecino de Utah de 22 años al que delató su padre.
Alertados por el sheriff, los agentes del FBI, que habían concentrado sus pesquisas en torno al lugar del crimen, la universidad de Utah Valley, cubrieron los 350 kilómetros que separan Orem, la localidad en la que murió Kirk, y el rincón de la frontera con Nevada, un enclave entre majestuosos parques nacionales, en el que les esperaba “pacíficamente” el hombre al que habían estado buscando desesperadamente. Y lo hicieron por las mismas carreteras por las que condujo el miércoles Robinson en su viaje de ida y vuelta a bordo de un Dodge Challenger de color gris, rumbo a los anales de la violencia armada de Estados Unidos.
Tres horas antes, las autoridades habían desvelado en una conferencia de prensa, para cuyo comienzo tocó esperar a la llegada desde Washington del polémico director del FBI, Kash Patel, las dos fotos y el vídeo en los que el padre del sospechoso reconoció a su hijo.
En el vídeo que finalmente condujo a su captura se ve a Tyler Robinson caminar a paso ligero por la azotea desde la que apuntó su viejo rifle Mauser del calibre .30-06, descolgarse de un edificio chato y perderse en una zona boscosa donde los agentes encontraron después el arma. Robinson la dejó allí, envuelta en una toalla, junto a la munición en la que había inscrito los mensajes, aparentemente inspirados por el mundo de los videojuegos, que en la investigación cuentan como pruebas de que el joven había atravesado por “un proceso de radicalización”, según declaró Cox en la CNN el viernes por la noche. Uno de ellos decía, en lo que los expertos interpretan como una referencia al videojuego Headliners 2, una sátira del autoritarismo: “¡Oye, fascista! ¡ATRAPA!”, tres palabras seguidas de cinco flechas. Otro citaba versos de Bella Ciao, himno de los partisanos italianos contra Mussolini.
Lo cierto es que el joven, que, como tantos de su generación, casi vivía en internet, no dejó (o, al menos, no emergió en las primeras horas constancia de que dejara) el clásico reguero de pistas que suelen aflorar tras un episodio de violencia armada en Estados Unidos. Era un buen estudiante. Estaba registrado como votante, pero sin afiliación partidista, y todo indica que no participó en las últimas presidenciales, su primera oportunidad tras alcanzar la mayoría de edad.
Sí hay fotos que demuestran la pasión familiar por las armas, o un vídeo en el que se le ve celebrar la concesión de una beca de 32.000 dólares para matricularse en la universidad estatal de Utah, que abandonó tras cursar estudios de ingeniería durante un semestre en 2021. En la actualidad, se encontraba en el tercer año de algo así como una formación profesional como técnico electricista.
En su huida, Robinson también dejó huellas de sus zapatillas Converse; con sus inconfundibles formas geométricas, sirvieron a los agentes para atar cabos. En todas las imágenes que las autoridades difundieron durante esas 33 horas ―lo hicieron en dos tandas, por la mañana y por la tarde del jueves ―, se adivina claramente ese calzado, como parte de un atuendo que incluía unos tejanos, gafas de sol, una gorra con un triángulo blanco y una camiseta negra de manga larga con una bandera de Estados Unidos y una patriótica águila calva.
Robinson se vistió así después de llegar al campus a las 8.29 del miércoles, unas cuatro horas antes de disparar a Kirk, según las grabaciones de las cámaras de seguridad. No está claro en qué empleó la espera. Cuando hubo cumplido con su misión se cambió de ropa para ponerse unos pantalones cortos y otra camiseta.
En uno de los vídeos, captado por el objetivo de un vecindario residencial, aparece caminando hacia la universidad; arrastra la pierna derecha en lo que parece una manera poco disimulada de ocultar el voluminoso rifle. En otra de las imágenes difundidas, Robinson sube las escaleras de un párking antes de llegar al edificio desde el que apuntó a Kirk sin despertar las sospechas del equipo de seguridad privado del activista, acostumbrado a recibir amenazas de muerte, o de los seis policías universitarios presentes como parte un dispositivo ahora en entredicho.
Al rato, apretó el gatillo precisamente después de que Kirk respondiera una pregunta sobre la epidemia de los tiroteos masivos en Estados Unidos. El orador se desplomó sobre sí mismo, y la sangre empezó a manar de su cuello a borbotones. El vídeo, repetido algo así como un billón de veces desde entonces, ya estaba corriendo por las redes sociales cuando los primeros agentes del FBI llegaron 16 minutos después, según cálculos de Patel.
No fue la mejor tarde de la agencia federal, que ha sufrido los recortes de la Administración de Trump y la purga de destacados agentes de alto rango por motivos ideológicos, según denunciaron tres de ellos ante el juez ese mismo día. Su director anunció triunfante en X a las pocas horas del asesinato que ya habían dado con el culpable. Poco después, tuvo que desdecirse.
Patel es un podcaster MAGA con nula experiencia en los servicios de inteligencia, y durante esta crisis, la primera de gran envergadura desde que Trump lo nombró por sorpresa, ha actuado con una mezcla de ansiedad y bisoñez, según testimonios internos recogidos por The New York Times. Le urgía resolver cuanto antes el asesinato de uno de los referentes del universo extremista y conspiranoico del que ambos provienen. Patel definió el jueves a Kirk como un “amigo”.
Ese traspié marcó el inicio del plan de busca y captura, activado cuando aún no se había certificado la muerte a los 31 años de Kirk, que comunicó Trump a las 14:40 del miércoles en su red social, Truth. Después, el presidente de Estados Unidos ordenó que todas las banderas de los edificios federales del país ondearan a media asta hasta el domingo.
Mientras los agentes recibían pistas (unas 11.000 en total, según Patel), el vicepresidente de Estados Unidos, J. D. Vance, otro amigo personal de Kirk, viajó a Salt Lake City con su esposa, Usha Vance, para ofrecer a Erika Kirk, viuda del líder de la organización juvenil Turning Point y madre de sus dos hijos, las condolencias de la Casa Blanca. También para brindarle su avión oficial, el Air Force 2, en el traslado del féretro a Scottsdale, ciudad de la gran conurbación de Phoenix (Arizona) donde vivía Kirk, que creció a las afueras de Chicago.
No solo eso: Vance ayudó a portar del ataúd por la pista de despegue hasta la aeronave. Esa misma noche, Trump dijo que pensaba asistir al funeral de su aliado, que fue clave ―con su discurso nacionalista cristiano, antiwoke y xenófobo― en la movilización del voto joven en la elección que llevó al republicano de vuelta al poder el pasado noviembre. Además, le concederá la Medalla Presidencial de la Libertad, la máxima distinción civil de Estados Unidos.
Tras el arresto, los agentes de la veintena de cuerpos locales, estatales y federales que participaron en la búsqueda interrogaron a decenas de personas relacionadas con Robinson. Un compañero de piso les contó cómo su amigo le había mostrado mensajes posteriores al tiroteo en los que Robinson hablaba, entre otras cosas, de abandonar el arma en alguna parte y cambiarse de indumentaria.
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Source: elpais.com