La Agencia del Medio Ambiente advierte de que el deterioro ambiental “pone en peligro el modo de vida europeo”

Ylä-Mononen cree que hay que entender el concepto de “seguridad” en un sentido amplio: “Hay que sentirse protegido no solo de los ataques militares o los conflictos en las calles, sino también de las inundaciones y los incendios, de las olas de calor y otros impactos sobre la salud”, sostiene. Pero a la vez, reconoce que la marea populista, que cruza el Atlántico y recorre Europa, complica la labor del resto de responsables políticos. “Es más difícil transmitir los hechos y conocimientos basados en la ciencia, también debido a la desinformación que se difunde tan rápidamente”.

“Este informe es un recordatorio acuciante de que Europa debe mantener el rumbo e incluso acelerar nuestras ambiciones climáticas y medioambientales”, señala la vicepresidenta de la Comisión responsable de una Transición Limpia, Justa y Competitiva, Teresa Ribera. “Retrasar o posponer nuestros objetivos climáticos solo aumentaría los costes, agravaría las desigualdades y debilitaría nuestra resiliencia. Proteger la naturaleza no es un coste, es una inversión en competitividad, resiliencia y bienestar de nuestros ciudadanos”, recalca la española en un comunicado.

El estado de los bosques europeos es uno de los aspectos que destaca el informe. La EEA advierte de que la capacidad de los bosques europeos para absorber CO₂ no deja de disminuir debido a la deforestación y a las plagas que afectan a buen parte del norte y el centro de Europa. Un declive semejante se registra en la biodiversidad. Solo el 28% de las especies protegidas y el 15% de los hábitats bajo protección se encuentran en buen estado.

La EEA incide en la necesidad de un cambio profundo de mentalidad tanto en la producción como en el consumo diarios, con un énfasis especial en la economía circular. “Es urgente llevar a cabo un cambio transformador en los sistemas de producción y la economía (…) para mantener la prosperidad y el nivel de vida en Europa a largo plazo”, indica el documento. Sin embargo, y a pesar del apoyo a las políticas de economía circular, el material procedente de materias primas recicladas suma el 11,8% del total, frente al 10,7% en 2010. Es decir, el cambio ha sido mínimo y el objetivo de duplicar la circularidad entre 2020 y 2030 es poco menos que papel mojado.

De igual modo, el informe alerta de la “grave presión” a la que están sometidos los recursos hídricos europeos. Algo que, advierte, ya afecta al 34% de la población y el 30% de los territorios europeos. Más cifras preocupantes: solo el 37% de la superficie acuífera europea estaban en buen o alto estado ecológico en 2021.

El trabajo refleja además una situación especialmente preocupante en el sur de Europa, “asolada por la escasez de agua, los incendios y las sequías que impactan a la producción de alimentos”, indica el estudio. “No solo es España, sino todos los países mediterráneos. El sur de Europa es claramente el punto crítico. Por lo tanto, las medidas que hay que tomar son más urgentes que en el resto de Europa”, añade la directora, quien pone de ejemplo la necesidad de medidas para contener el caudal en caso de inundaciones y de aumentar la vegetación en las ciudades para rebajar las temperaturas.

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