Los azulgranas, que dominaron la primera parte, sufrieron físicamente al verse obligados a correr tras el balón tras perder la posesión durante el segundo tiempo
Era una de esas noches marcadas en rojo en el calendario de la Champions League. El Barcelona, eliminado de forma traumática la pasada temporada en semifinales frente al Inter de Milán, se medía al vigente campeón de Europa, el PSG. . “Se ha visto un partido excelente, entre dos conjuntos que no se dedican a dar patadas, sino que intentan hacerse daño con el balón”, resumió Luis Enrique. Durante la primera parte, el equipo azulgrana salió arrollando, jugando de tú a tú contra los franceses. Golpeó primero, marcó el primer tanto del partido y mandó sobre el césped con un 57% de posesión en el tramo inicial.
El Barça dominó, incluso perdonó ocasiones claras que podrían haber cambiado la noche. Pero en la segunda parte, el PSG dio un paso adelante, se adueñó de la pelota —64% de la posesión— y, sobre todo, impuso su físico en cada duelo individual al que el Barcelona sucumbió. Los azulgranas, acostumbrados a mandar, se encontraron corriendo detrás del balón, persiguiendo a los parisinos en largas persecuciones que fueron minando su resistencia. Según datos oficiales de la UEFA, los blaugranas recorrieron 117,5 kilómetros frente a los 112,2 del PSG. El esfuerzo extra terminó pasando factura: piernas pesadas, fallos en los pases y en la presión, desajustes en defensa. Y finalmente, la derrota.
Hansi Flick, por su parte, tampoco escondió la evidencia. “Creo que hoy no podemos decir que estemos en el mismo nivel que el PSG. Ellos han merecido la victoria”, confesó el técnico alemán. “La primera parte jugamos mucho mejor que en la segunda. Hemos concedido demasiado porque estábamos cansados. Pero el PSG es un equipazo”, señaló Flick, antes de insistir en los aspectos por mejorar: “No hemos mantenido la estructura. Todo el equipo debe defender, atacar, estar a un gran nivel con la pelota. Se puede ver en el PSG que todo el mundo quiere el balón, todos saben usar los espacios, jugar en el uno contra uno, en el dos contra uno… Tenemos que aprender de eso y ser mejores”.
Tampoco acompañó el ambiente. Los 2.700 aficionados del PSG desplazados a Barcelona cantaron sin descanso, silenciando a la mayoría de la grada local que completaron los 50.207 espectadores globales del partido. Incluso Alejandro Balde, o Lamine Yamal, pedían al público que animasen. Tendrán que acostumbrarse: sin los permisos aún del Camp Nou, el Barça seguirá jugando en Champions en el Estadi Olímpic, al menos de momento. Lo hará con una certeza: si quiere volver a reinar en Europa, necesita piernas y pulmones.
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Source: elpais.com
