Fede Valverde no encuentra su sitio en la pizarra de Xabi Alonso

El uruguayo tira, produce y conduce menos que nunca en parte condicionado por el sistema más posicional del Real Madrid con el nuevo técnico

El futbolista que compareció el lunes ante los medios en Almaty, la víspera del partido contra el Kairat, era como otra persona: “Estoy frustrado. Soy consciente de cómo estoy jugando. Soy el primero en saber cuándo las cosas no salen como uno quiere. El jugador de fútbol se da cuenta cuando hace un mal partido”. Al día siguiente no se encontraba en el once inicial y evitó participar en el rondo de los suplentes, algo que este viernes, horas antes del partido de este sábado contra el Villarreal en el Bernabéu (21.00, DAZN), todavía parecía tener algo molesto a su entrenador: “Quiero que todos participen”, zanjó Xabi. Además, ya en el partido, al uruguayo, sin tacha durante años, se le vio remolonear cuando le pusieron a calentar en la banda con Bellingham y Camavinga, que a diferencia de él sí entraron al partido.

La transformación de Valverde en el campo en el comienzo de esta temporada ha sido radical. Como si se hubiera encogido encorsetado por el nuevo modelo de juego. Ha vuelto a registros que no se le veían desde la temporada 2018-19, su primera en el Madrid, nada más regresar de su cesión en el Deportivo de La Coruña. Nunca ha tirado menos que ahora, por ejemplo. Promedia 0,72 disparos por partido en las primeras siete jornadas de Liga, menos de la mitad de los 1,68 que promedió los últimos cinco cursos, según los registros de Hudlstatsbomb. Solo en aquel primer curso recién llegado al primer equipo se había atrevido tan poco. Entonces tiraba 0,77 veces por encuentro. Y eso que siempre le han animado a usar más un arma que todos sus entrenadores han sabido que es devastadora.

Tal vez el que más le insistió fue Carlo Ancelotti, con quien más goles anotó. Le pedía incluso que pateara los libres directos, como contó el uruguayo hace unos meses: “Me dice muchas veces que entrene los tiros, pero esa timidez de no querer agarrar la pelota…”. En sus comienzos en el Bernabéu, su timidez era incluso más acusada. Recién cumplidos los 20 años, su participación en el juego resultaba mucho más contenida que el enorme peso que ha adquirido los últimos años. Entonces, promediaba menos de 50 pases por partido, mientras que las dos últimas temporadas frisaba en los 60.

Su grado de participación no ha variado en este comienzo de curso: promedia 58,9 pases por partido. Pero su contribución a la creación de peligro cuando interviene en secuencias de pases ha caído a su nivel más bajo en las últimas seis temporadas. Para valorar esto, Hudlstatsbomb utiliza una métrica que llama xG Buildup, que adjudica a cada futbolista que ha participado en una cadena de pases el valor en goles esperados (xG) del tiro en el que termina la jugada. Valverde participa esta temporada en cada partido en acciones que generan 0,59 goles esperados, por debajo de todas las temporadas anteriores, salvo las dos primeras. Y eso pese a que este curso participa más cerca que nunca de la portería rival: da 23,3 pases por encuentro en el último tercio del campo.

Otra consecuencia es que al restringir espacio del rival, también se aprieta el territorio por el que se mueve Valverde, que a menudo ha brillado desatando su alma libre. Nunca había tenido menos aire para moverse. Sus conducciones de esta temporada son las más cortas de su carrera: 3,8 metros de media, cuando siempre habían rondado los cinco metros.

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