El ultrafondista catalán cuenta cómo ha completado su última aventura, más de 5.000 kilómetros recorridos, y cómo encuentra la felicidad en las cimas
Datos, cifras, números componen hoy en día el código genético de los deportistas de élite, incluso de los futbolistas. Quién lo hubiera dicho, el juego de patear un balón reducido a otra cosa tras su paso por un ordenador. Estadísticas y gráficos, cómputos variados han llegado incluso, aunque de puntillas, al mundo de la montaña, un lugar en el que brilla Kilian Jornet. El rendimiento se mide en tablas numéricas, tan aburridas como frías, aunque digan mucho, aunque digan burradas como la perpetrada por Jornet en Estados Unidos a lo largo de 31 días sin reposo. El leit motiv de Jornet en este viaje rezaba: “Los números son solo la excusa”, quizá porque bien sabe que los datos arruinan los asuntos del corazón. Estas son las cifras extraídas de su particular conquista del oeste americano: 72 montañas de altitud superior a los 14.000 pies (4.267 metros), llamadas fourteeners, escaladas en 500 horas de faena para sumar un total de 123.045 metros de desnivel positivo y 5.145 kilómetros recorridos, de los cuales 4.133 fueron en bicicleta y 1.012 a pie, uniendo los estados de Colorado, California y Washington.
Para la inmensa mayoría de los europeos, las montañas recorridas en Estados Unidos por Jornet apenas merecen pedigrí alguno, nada que ver con las cimas icónicas que el catalán recorrió el año pasado dentro de su proyecto Alpine Connections. De ahí que muchos busquen un punto posible de comparación entre ambas gestas. Jornet escaló los 82 cuatromiles de los Alpes en 19 días, recorriendo a pie o en bici 1.207 kilómetros, empleando 267 horas y 45 minutos para una empresa que ya había sido realizada con anterioridad… pero nunca a semejante velocidad. El reto estadounidense, en cambio, amanecía inédito.
Al día siguiente de acabar su odisea, el sábado, Jornet salió a trotar 20 minutos. Igual que al terminar su proyecto en los Alpes, el alpinista catalán hubiera podido seguir avanzando, escalando, devorando kilómetros: “No estoy cansado, es la nueva normalidad, el cuerpo se acostumbra a funcionar así y coge una inercia propia. En los Alpes, la parte mental relacionada con los peligros fue más evidente, estabas más expuesto, pero aquí ha sido más relajado en ese aspecto. Tanto en los Alpes como en Estados Unidos he aprendido que el cuerpo humano es capaz de adaptarse a todo: llega un momento en el que el organismo deja de luchar y acepta la nueva normalidad, igual que el ser humano se movía constantemente en la prehistoria y comía cuando podía. También he aprendido a avanzar sin hacerme demasiadas preguntas: quiero ir allí y me muevo adaptándome a lo que me voy encontrando, sin esperar condiciones perfectas”.
Ocurre, respecto a Kilian, que sus proyectos de ultra resistencia carecen de suspense: casi nadie duda ya de que será capaz de completar cualquier maratón de maratones que se plantee, tan acostumbrado está a este tipo de esfuerzos, tan bien se conoce y tanto ha aprendido a alimentar su organismo para nunca privarlo del combustible necesario. Da la sensación de que el catalán podría deshacer a la inversa el camino trazado y volver a escalar los 72 fourteeners. Con esto, los datos acumulados son solo eso, una mera guía para ubicar su recorrido, para seguir sus huellas aproximadas, pero no revelan absolutamente nada acerca del beneficio emocional que extrae de esta monumental cabalgada: ¿Cuántos kilos de felicidad obtiene por cada metro recorrido o ascendido? ¿Qué encuentra allí que no pueda encontrar a nivel del mar?
Enhorabona @kilianj per assolir el nou repte ‘States of elevation’ als EUA!! 💪🏼
Ja en impremta –i ben aviat en llibreries– la proesa de l’’Alpine connection’. Un volum preciós, en primera persona i amb fotografies espectaculars: ‘Alps, més enllà dels límits’. pic.twitter.com/4tMd9HuQBk
Jornet no pudo alcanzar, por escasos metros, la cima del Monte Culebra: una valla señalándola como propiedad privada le disuadió. “Hubo cimas que podía haber hecho fácilmente, pero tenía que dar rodeos para evitar las propiedades privadas. La administración Trump pretende vender muchas zonas públicas, privatizarlas, extraer rédito económico, lo que causará enormes daños medioambientales. Es un momento complicado y hay muchas comunidades locales que están dispuestas a pelear para evitarlo”, señala el atleta. “No se puede permitir arruinar tanta belleza salvaje, espacios en los que tuve la suerte de avanzar durante tres días sin ver ninguna huella humana, ni siquiera una carretera”.
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Source: elpais.com
