El suicidio de un niño de 13 años en Gig Harbour, un pequeño pueblo marítimo estadounidense, a una hora de Seattle, ha llevado al FBI a emprender una compleja investigación contra un nuevo tipo de delincuentes que inducen a niños y jóvenes vulnerables, con problemas de salud mental, a autolesionarse y acabar con su vida, según un amplio reportaje que publica The Washington Post.
La historia que recoge el diario estadounidense es estremecedora, uno de esos sucesos en los que la realidad supera a la ficción más descarnada.
La investigación policial comenzó cuando la policía encontró el cuerpo sin vida de Jay Taylor, un chaval de 13 años, en un aparcamiento junto a un almacén de comestibles. Las evidencias apuntaban a un suicidio por ahorcamiento. Pero, la policía local encontró un teléfono iPhone, que enfocaba la escena, a pocos metros del lugar del suceso.
La muerte de Jay se había transmitido en vivo por Instagram mientras los usuarios de un foro online lo veían, según cuenta el diario estadounidense. Dos agentes del FBI se hicieron cargo de la investigación, un caso complejo, proceloso, que se topó con numerosos problemas de competencia y burocráticos, porque no estaba claro el delito que perseguían.
A través del teléfono de Jay, los agentes del FBI encontraron foros, en lo más profundo y oscuro de Internet, donde grupos de depredadores online manipulan a niños vulnerables, extorsionándolos para que compartan fotos de desnudos, mutilen sus cuerpos y lleguen a quitarse la vida.
A medida que el caso avanzaba, el FBI llegó a considerar a estos grupos como una amenaza terrorista. La agencia investiga actualmente a casi 300 personas sospechosas de abusar de niños y otras personas vulnerables, casos que involucran a sus 55 oficinas locales, según la investigación del prestigioso diario estadounidense.
La información publicada por The Post cuenta cómo la policía sospechó de un grupo extremista conocido como 764, en referencia al código postal de un joven de Texas que lo fundó en 2021, cuando solo contaba con 15 años. Sus miembros suelen buscar víctimas a las que manipular y los exhiben como trofeos para ganar notoriedad.
Los datos digitales hallados en el teléfono de Jay Taylor, que los agentes encontraron en la escena del crimen, apuntaban a un miembro del grupo 764 que se hacía llamar Tigre Blanco.
En un perfil de Internet descubierto por los agentes y al que The Post y Der Spiegel han tenido acceso, White Tiger se describió a sí mismo como un “acosador/extorsionador” y se jactaba de poseer terabytes de pornografía infantil, de obligar a menores a enviar fotos desnudas y de intimidar a jóvenes inestables para que hicieran lo que él quería.
Tras una larga investigación del caso de Jay Taylor, los agentes federales dieron con una dirección de Hamburgo (Alemania). A través de Internet localizaron a Shahriar, un joven estudiante de medicina, de 18 años, nacido en Irán, y que había emigrado a Alemania con sus padres.
Los agentes no podían ir en busca de Shahriar porque no tenían autoridad para perseguirlo fuera de las fronteras estadounidenses y solo podían obtener el material de empresas con servidores y plataformas ubicadas en Estados Unidos. Encontraron material pederasta e imágenes y videos que les destrozaron la vida, según contaron a los periodistas de The Post. En las imágenes y conversaciones aparecía el joven apuesto, que solía cortejar a chicas vulnerables con promesas de amor en Discord, Instagram y Telegram. Luego las chantajeaba con las fotos y videos que le enviaban.
Un año y medio después de la negativa de las policía alemana para detener a Shahriar bajo el argumento de que el caso del FBI no cumplía con las normas judiciales alemanas, agentes de la polícia de Hamburgo arrestaron al sospechoso.
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Source: elpais.com
