Tres estrategias urgentes para que las inevitables inundaciones futuras no sean catastróficas

El autor pide un Plan de Espacios para Ríos y Rieras, la reforestación urbana de ciudades y pueblos y la transformación de las urbes en manantiales

No es necesario opinar, discutir o acordar una posición común sobre el hecho o no del cambio climático, basta con revisar las noticias sobre las danas de primavera y otoño de 2025, los incendios y las muertes y crisis de salud por golpes de calor durante este pasado verano (o durante los anteriores), o la fase de sequía entre 2021 y 2025. Tenemos un grave problema con el agua, por exceso o por defecto, y otro con las crecientes temperaturas extremas en verano.

Hay dos líneas urgentes de actuación a desarrollar simultáneamente, mitigación y adaptación. Para la primera —la mitigación de las causas de agravamiento de los fenómenos climáticos— España está bien posicionada y dando muchos de los pasos adecuados: siendo el principal la transformación de las fuentes de energía, de combustibles fósiles a fuentes renovables. Respecto a la segunda, la adaptación a los fenómenos extremos, nuestros esfuerzos son muy escasos, de pequeña escala y descoordinados.

1. Plan de Espacios para Ríos y Rieras. Equivalente al Room for the RiverEspacio para el Río— en Holanda, es urgente desarrollar un conjunto de criterios comunes y de estrategias a aplicar para aumentar la capacidad de nuestros cauces y planificar inundaciones de forma que no generen situaciones catastróficas. Ello incluye medidas de adaptación de cauces urbanos, estrategias de absorción de agua en terrenos agrícolas y forestales —esponjas territoriales—, de retención de suelos —el barro es uno de los mayores causantes de destrozos en las inundaciones de espacios urbanos—, de reducción de velocidad y violencia de las avenidas, de ampliación estratégica de cauces, de eliminación de obstáculos, y de permeabilización de la ciudad para infiltrar agua de lluvia y evitar mandar mayores volúmenes a los cauces.

Tenemos en nuestro país abundantes ejemplos de cada una de estas estrategias pero no de su aplicación sistemática. Como ejemplos, la ampliación del cauce del Arga en Pamplona a través del Parque de Aranzadi que reduce las inundaciones en las viviendas de la orilla opuesta, o el parque del Agua de Zaragoza que amortigua las crecidas del Ebro para que el agua entre en el tramo de cauce urbano con menos violencia. Respecto a los torrentes estacionales, es necesario eliminar canalizaciones insuficientes y aumentar la capacidad de estos cauces, permeabilizar los lechos y ampliar las áreas de absorción de forma que más agua recargue nuestros estresados acuíferos y menos circule por el cauce, minimizando los desbordamientos. Su restauración y en ocasiones renaturalización no es solo una cuestión ecológica —por importante que esta sea—, sino también una cuestión de seguridad física para minimizar riadas catastróficas y una cuestión de seguridad alimentaria para las reservas de agua para riego y boca en superficie y en el subsuelo.

Los tanques de tormentas que almacenan agua para posteriormente verterlas al río ofrecen oportunidades similares. Ahora son gigantescas infraestructuras de hormigón escondidas que al vaciarse a través de auténticos cañones de agua destrozan el río. Con otra conceptualización y tratamiento pueden ser espacios públicos de enorme valor social y ecológico, y auténticos afluentes de agua cristalina para nuestros ríos. La idea de lagos de gran valor para el uso público no es ninguna novedad. Los tanques escalonados que admiramos en la India son reservorios de agua de boca, como lo era el gran lago que protagoniza ‘Central Park’ en Nueva York y tantos otros en nuestra propia geografía.

Iñaki Alday es catedrático y decano de la Escuela de Arquitectura de Tulane (Nueva Orleans) y cofundador de aldayjover arquitectura y paisaje, estudio que diseñó el Parque del Agua de Zaragoza y el parque de Aranzadi de Pamplona. 

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