La UE reclama entrar en la junta presidida por Trump que supervise el futuro gobierno para Gaza

Los Veintisiete buscan vías para influir más allá de pagar la reconstrucción de la Franja mientras que vuelven a congelar la amenaza de sanciones a Israel

La Unión Europea, que quedó marginada de las en Oriente Próximo, busca ahora cómo recuperar un papel con peso político y no solo económico. El objetivo es no limitarse a pagar la reconstrucción en la etapa que se ha abierto con el plan de 20 puntos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Pero esta relevancia política parece más difícil de conseguir tras haber congelado la principal medida de presión sobre Israel: las sanciones propuestas por la Comisión Europea en el marco del Acuerdo de Asociación bilateral. Los ministros de Exteriores reunidos el lunes en Bruselas decidieron no activarlas por el momento, lo que ha causado malestar en algunos Estados miembros, según fuentes consultadas.

Los ministros discutieron las formas en que la UE puede “contribuir” a poner en marcha el “plan integral para poner fin al conflicto en Gaza” presentado por Trump y que ya ha permitido el comienzo de un frágil alto el fuego, según un documento de trabajo al que ha tenido acceso EL PAÍS. Pese a no haber tenido un papel significativo en su elaboración, la UE ha saludado este plan y ahora analiza cómo apoyar y tener un peso tanto a corto como a largo plazo. Especialmente con la idea de pulir los flecos que considera que quedaron demasiado sueltos: sobre todo en lo que se refiere a la solución de los dos Estados (palestino e israelí), planteada solo de forma vaga en los 20 puntos de la propuesta y para la que el bloque comunitario quiere “reforzar un relato positivo” de esta visión.

Con el mismo objetivo, Europa quiere incidir en el necesario apuntalamiento —financiero y político— de la Autoridad Palestina (tampoco especificado en el programa) y que se discuta la creciente situación de violencia en Cisjordania, cuestión que el plan de Trump “no aborda”, según destaca el documento de trabajo europeo.

También quieren que se aborde la cuestión de la “actividad de los asentamientos” en Cisjordania. Especialmente, señala el documento, el E1, el polémico macroproyecto de asentamiento judío que, de ser implementado —el Gobierno de Benjamín Netanyahu aprobó los planes en agosto— dividiría Cisjordania y la aislaría de Jerusalén Este, haciendo prácticamente inviable un futuro Estado palestino.

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