España, el tercer país con más tarjetas de crédito robadas y a la venta en la ‘dark web’

Los cibercriminales siguen empeñados en engañar a los usuarios para robar sus datos bancarios. Así lo demuestran campañas de estafas como la detectada recientemente por el Instituto Nacional de Ciberseguridad (Incibe), que alertaba a los internautas de que los delincuentes estaban tratando de quitarles su información haciéndose pasar por el Ministerio de Sanidad. Ahora, un estudio de la firma NordVPN apunta que España es el tercer país a nivel global con más tarjetas de crédito más robadas en la ‘dark web’. Además, el precio medio que tiene cada una de estas en los bajos fondos de la red ha aumentado un 73,57% en 2025 con respecto a 2023, alcanzando los 11,68 dólares (10,05 euros).

Respecto a las tarjetas que tienen más valor para los cibercriminales, destacan las de los japoneses, que tienen un precio medio que se mueve en los 19,79 euros. Estas se encuentran muy lejos en valoración de las estadounidenses (9,91 euros), aunque sean las más robadas por los delincuentes. En Europa, España lidera el ranking con el precio medio más elevado por tarjeta. Justo por detrás se encuentran Francia y Portugal.

NordVPN apunta que estos precios se deben a la oferta y la demanda. Los delincuentes pagan más por tarjetas de países donde la oferta es baja y los controles contra el fraude son más estrictos, como ocurre en Japón. En mercados donde abundan los datos, como Estados Unidos o España, las tarjetas tienen precios más bajos y suelen venderse en paquetes, lo que reduce el precio individual por tarjeta.

«Las fuerzas de seguridad y la estabilidad política también influyen en el riesgo y en el precio. En este caso, el ‘riesgo’ se refiere a la eficiencia con la que el emisor de la tarjeta detecta fraudes y actúa con rapidez», apunta Warmenhoven. «Las tarjetas con fechas de caducidad más lejanas tienen mayor valor. Alrededor del 87% de las tarjetas que hemos analizado pueden utilizarse durante más de 12 meses, lo que facilita su reventa».

Para robar estos datos, los criminales pueden hacer uso de varias técnicas. Normalmente, suelen valerse de campañas maliciosas por correo electrónico, SMS o llamadas telefónicas en las que intentan engañar al usuario suplantando a empresas o instituciones públicas para que compartan sus datos. Normalmente, suelen buscar preocupar al usuario, afirmando cosas como que hay algún tipo de problema con un pago o que debe aportar datos personales si no quiere perder algún servicio.

 

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