Solo Courtois aguanta en el derribo del Real Madrid en Liverpool

El belga, muy inspirado, evita una goleada de su equipo, que sostuvo media hora el pulso de intensidad y terminó desorientado en Anfield pese a la mejoría mostrada tras el derbi

El Liverpool derritió en Anfield las alas con las que había levantado el vuelo el Real Madrid después del sopapo del derbi y devolvió a la tierra al equipo de Xabi Alonso, que anotó su segunda derrota del curso, de nuevo superado por un rival de peso y más revoluciones. Y le pudo dejar aún más cicatrices de no haber contado con Thibaut Courtois, iluminado como en sus noches más sensacionales. El Madrid ha ganado cuerpo, pero aún no parece suficiente para las grandes plazas, y eso que el Liverpool llegaba renqueante después de una buena colección de derrotas y ellos, en lo que parecía el despegue definitivo. Pero aún no le alcanza.

Carreras escamoteó un par de balones a la presión voraz de los ingleses y los envió a un espacio libre por el que volaba el brasileño. El 7 vuelve a lucir afilado, veloz, atrevido, desbordante de imaginación en su baile con Bradley. Es ya una amenaza clásica en Anfield, que empujaba hacia atrás a todo el Liverpool. Ahí conseguía descansar el Madrid, tocando mientras los ingleses se apretaban atrás, temerosos de que el ingenio del brasileño conectara con Mbappé y Bellingham.

Se jugaba un tramo apuntando a Mamardashvili, hasta que el Liverpool se recomponía, encontraba el modo de burlar la presión entregada de los atacantes del Real y la acción se trasladaba al otro lado. Ahí pugnaba otro dúo, en el que Carreras controlaba a Salah después de haber limado a Lamine Yamal. El lateral se ha elevado después del tropezón del derbi.

Pero otro futbolista levitaba por encima de todo, a un nivel casi irreal. El Liverpool inclinaba el campo hacia la portería del Madrid, donde volvió a deslumbrar Courtois, una pesadilla familiar para los ingleses, con aroma de aquella noche imposible en la les privó de la Champions en 2022 en París. Wirtz aprovechó en un mal despeje de Huijsen, muy dubitativo, avanzó por la banda y encontró en el centro a Szoboszlai, que entraba solo por el punto de penalti. El húngaro intentó picar la pelota, pero Courtois levantó la pierna derecha y evitó el gol. Fue la primera parada de una colección de instantes iluminados que en realidad eran el síntoma de que el Real perdía pie casi de manera definitiva. Ya no hubo vuelta atrás.

El partido iba ya solo en un sentido. No llegaban noticias de Vinicius ni Mbappé, Bellingham se desconectó del circuito general, y Güler nunca pareció llegar a enchufarse a él. Pero sobre todo se había perdido el rastro del empeño inicial por recuperar arriba. La presión se había deshilachado bajo la convicción del Liverpool y el equipo se desdibujaba hasta recordar al que se había visto zarandeado un año antes en el mismo escenario. El equipo de Slot no aflojaba. Wirtz y Szoboszlai, dos artistas, no se ahorraban nada acompañando a MacAllister y Gravenberch. Y el Real no aguantaba ese empuje que le fundía las ideas.

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