El Barcelona enfada incluso al mejor Lamine Yamal ante el Brujas

La mejor versión de Lamine Yamal, muy aliviado de su pubalgia, no alcanzó para evitar uno de los mayores ridículos de la defensa del Barça, igual de frágil en la Liga que en la Champions. La vulnerabilidad colectiva fue tan sobrecogedora como esperanzadora resultó la actuación del delantero internacional, decisivo en los tres goles de su equipo, que acabó por celebrar el empate después de la intervención del Var, que corrigió al colegiado en la anulación de un penalti y de un gol en el descuento de Vermant después de un error de Szczesny. Un equipo tan ligero y juvenil como el Brujas denunció las muchas carencias barcelonistas ya advertidas en cada jornada ante rivales pequeños y grandes desde que comenzó la temporada en Mallorca.

El enfado de Lamine contrastó con la sumisión de Barça, que ya ni juega ni tampoco remonta partidos locos que antes resolvía con autoridad, hasta que se cruzó con el Inter. Los azulgrana han dejado de disfrutar y también de funcionar como una unidad y se entregan a pesarosos ejercicios de supervivencia que dejan también en videncia al paralizado Flick, desconocido desde que se ha culerizado y dejado de ser un alemán en Barcelona.

Flick repitió la misma alineación que contra el Elche. También el Brujas planteó marcas individuales en la medular como ya han hecho la mayoría de rivales en la Liga. El antídoto obliga a los azulgrana a salir con la pelota desde su área con Araujo. El uruguayo ha desbancado a Cubarsí mientras Casadó juega en ausencia de Pedri y en ataque se mantiene Ferran. El juego asociativo no resulta fácil para el Barcelona y las concesiones defensivas se suceden por la mala sincronización en la presión, la nula intensidad y la permeabilidad defensiva, sobre todo por los costados, y especialmente por el de Koundé, que se quedó enganchado nada más empezar el encuentro y propició el gol de Tresoldi, habilitado por Forbs.

La contienda quedó muy abierta por la permeabilidad de los dos equipos, ambos entregados a un duelo a campo abierto, más decantado si acaso hacia el arco belga y, sin embargo, tan o más peligroso cuando el cuero se dirigía hacia Szczesny. Fick no tardó en recurrir a Olmo y Lewandowski. El fútbol se aireó y el 2-2 llegó después de un tiro de Eric al travesaño cuando Lamine se apoyó en Fermín para cruzar a la red con la punta de su zurda una jugada individual presidida por dos regates y una croqueta imposibles de defender para el equipo de Hayen. El tanto, sin embargo, confundió al Barcelona, que se confió hasta poner en órbita al Brujas.

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