La historia de 60 años de paseos espaciales: cables que se enredan, cascos llenos de agua y hasta 9 horas fuera de la nave

En solo unas horas, el multimillonario entrarán en los libros de historia de la exploración del espacio: ambos protagonizarán el primer paseo espacial privado. Embutidos en unos trajes diseñados por Space X, la empresa espacial de Elon Musk, realizarán varias salidas de unos 15 minutos de duración. Hasta la fecha se han llevado a cabo más de 250 caminatas espaciales -técnicamente se llaman EVA, siglas en inglés de Actividad Extravehicular-, casi siempre destinadas a hacer experimentos, instalar nuevos equipos o realizar reparaciones.

Es una de las imágenes más icónicas de la carrera espacial: un astronauta flotando en el espacio sin ningún elemento físico que le mantuviera unido a su nave. Fue el norteamericano Bruce McCandless el primero en aventurarse en el vacío de esta forma. Fue posible gracias a una especie de mochila propulsora de 136 kilos de peso y cuya fabricación había costado 27 millones de dólares de la época. McCandless contaba con dos pequeños mandos en sendos apoyabrazos para cambiar de dirección. El artilugio, con una autonomía de 6 horas, podía alejarse hasta 140 metros aunque el norteamericano se quedó en los 98 metros en las 5 horas y 55 minutos de la misión. En caso de haber surgido algún problema, la nave contaba con un brazo robótico para traerlo de vuelta.

Si el primer EVA duró 12 minutos, el más largo rozó las 9 horas. El 11 de marzo de 2001, Susan Helms y Jim Voss permanecieron 8 horas y 56 minutos fuera de la Estación Espacial Internacional para instalar una serie de piezas en uno de los módulos de la infraestructura. Helms fue también la primera mujer en visitar la ISS, que había entrado en funcionamiento en 1998.

Uno de los momentos más angustiosos de la historia de estas caminatas ocurrió el 16 de julio de 2013. Tras una primera salida el 9 de julio, el astronauta italiano Luca Parmitano informó de que había encontrado entre medio y un litro de agua en el interior de su equipo. Tras concluirse que el problema se debía a una fuga de la bolsa de bebida, se dio luz verde a una segunda EVA. «Alrededor de la media hora de la caminata espacial, sentí un poco de agua en la parte de atrás de mi cabeza. Me di cuenta que se trataba de agua fría, por lo que avisé al control en Tierra», aseguró Parmitano, cuyo casco se llenó con litro y medio de agua. «Era realmente difícil ver, no podía oír nada y era muy difícil comunicarse, así que volví usando solo la memoria«. La Agencia Espacial Europea (ESA) reconoció que este incidente había sido el más grave hasta la fecha relacionado con los trajes espaciales.