El City se alivia a base de pico y pala

Sería prolijo detallar todos los problemas que asolan al equipo que adiestra el laureado estratega catalán, pero a los cinco minutos de partido ya se plasmó uno muy evidente: el equipo trata de aplicar la lección que tiene bien aprendida, trata de circular la pelota con tres zagueros en el fondo y dos pivotes por delante, ubica a sus interiores (faceta en la que el técnico , una sombra de lo que fue) y abre el campo con dos hombres en la cal. A partir de ahí busca su juego de posición y abrir líneas de pase. Pero en Leicester lo hizo sin ritmo, sin capacidad para mover y sorprender al rival para generarse ventajas. Sin colmillo, además, para recuperar la pelota cuando esta se dividía. Por ahí empiezan los pecados del City, al que la temporada le exige un prolongado acto de contrición.

Ocurrió que de manera inopinada llegó al gol mediada la primera parte, detalle que siempre ayuda a fortalecerse. En esta ocasión se vigorizó contra su naturaleza, pero en un ejercicio de pragmatismo el equipo se aplicó a gestionar la ventaja sin balón. después de un error del portero local y el gol pareció un tesoro. Lo hizo entre grandes padecimientos porque el Leicester, en manos de Ruud van Nistelrooy, dispone de unos cuantos gregarios entre los que sobrevive Jamie Vardy como rescoldo del equipo campeón de 2016, pero tiene dos joyitas que le hacen jugar al fútbol, el argentino Facundo Buonanotte y, sobre todo el belga-marroquí Bilal El Khannous. Ambos son camada 2004, veinteañeros que darán que hablar.

A partir de sus dos jugones el Leicester mostró que la zaga del City tenía fisuras. Lo pareció, pero no se plasmó. Le faltó acierto en el área para castigar a un equipo en plena crisis identitaria que bregaba para sobrevivir, que se hundió ante su portero como si fuese un . No tuvo grandeza el despliegue del City, tampoco es lo que más necesita ahora.

Akanji sacó bajo su portería un remate del zaguero local Justin. no tuvo premio y la pareja de virgueros a la postre no fue más allá de lo estético. Pico y pala, el City esperó su momento, que llegó cuando el Leicester empezó a flaquear por su baldío esfuerzo. A poco más de un cuarto de hora del final, el inesperado McAtee, un secundario del plantel de Guardiola, limpió una jugada tras progresar por la banda derecha. La acción encontró continuidad en el flanco opuesto, desde donde Savinho encontró la testa de Haaland, que remató a la red por segunda vez en los últimos siete partidos, por primera en los últimos cuatro. Al fornido noruego le salió una sonrisa.

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.