Le costó mucho abatir a un Valencia que podía adivinarse medio moribundo, incluso desesperado. Llegaba empatado a 12 puntos con el último, el Valladolid, con la afición enrabietada contra Peter Lim y la incertidumbre de estrenar en el banquillo a Carlos Corberán, un entrenador que aún no se había probado en Primera. Se podía adivinar un Valencia tembloroso, sí, y sin embargo se desplegó corajudo y atrevido en el estreno del joven técnico, en el arranque del año, la ilusión de una nueva vida. Y les queda mucha.
Se lanzaron a buscar muy arriba al Madrid, lo que resultó en grandes espacios a las espaldas. Tampoco dudó ahí el Valencia, dispuesto al intercambio de golpes, decidido a buscar a Courtois sin rodeos. Y lo encontró Hugo Duro en un remate que culminó un ataque fulgurante: sacó el portero buscando a Rioja en la banda defendida por Lucas y en dos parpadeos la pelota la tenía en el área el delantero, que descargó a bocajarro sobre Courtois. Era muy pronto, pero el belga ya había dejado su sello.
En el otro lado, Bellingham navegaba entre líneas buscando grietas en la defensa del Valencia, que se iba apretando contra su área. La frontal de Dimitrievski era una zona muy congestionada por el tráfico. Además de los zagueros, se movían por ahí Vinicius, Mbappé y Rodrygo, con un baile de juego de precisión y posiciones líquidas. Pero no asomaba la luz y Valverde y Tchouameni acumulaban disparos. Hasta que Ceballos dio con un desmarque de Vinicius, pero el brasileño salió derrotado del mano a mano con el portero.
El Valencia no perdía convicción, pero el Madrid iba subiendo la temperatura y así reducía su entusiasmo, privándole del aire poco a poco. Vinicius apretó a dos defensas, le birló la pelota a Barrenechea, se la puso a Mbappé en el área y Tárrega le derribó. El francés sigue en su crecida, más vivo, más preciso, más dañino. Incluso encabezando la rebelión en los momentos de angustia.
Después de sus fallos en Liverpool y en Bilbao, cedió el lanzamiento del penalti a Bellingham, pero el inglés tampoco acertó: le pegó a la base del poste mientras sonreía aliviado Dimitrievski. Bellingham se sobrepuso al instante de otra oportunidad para empatar un partido como las que había desperdiciado el francés. Filtró un pase con el que marcó Mbappé, pero el VAR le cazó adelantado.
Se les escapaba el partido, se les iba el liderato. Con uno menos, Ancelotti recurrió al inacabable Modric, que igualaba a Pirri y Míchel en número de partidos con el Madrid. Y el croata empató un encuentro que se había ido trabando y al que le quedaban muchos minutos de añadido. Suficientes para que Foulquier y Guillamón se hicieran un lío y Bellingham se quedara la pelota y superara a Dimitrievski para terminar de abatir, con diez, al límite, a un orgulloso Valencia que se despidió con un último tiro de Rioja al palo.
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Source: elpais.com