El documento secreto con el que Petro trató de “salvar” Venezuela. Y no sirvió de nada

Gustavo Petro no sufre de ceguera. Sabe de sobra lo que ocurre en Venezuela. En campaña, y después como presidente de Colombia, pensó que estaba llamado a “salvar” al país de al lado. Como buen hombre de poder, tiene fe en sí mismo hasta el engaño. Pensó poseer el remedio. Quiso aprovechar que el chavismo lo veía con buenos ojos para convencer a Nicolás Maduro de que se sentara con la oposición y ambos firmasen un documento de transición política. Ese contrato, a grandes rasgos, debía recoger que se aceptaría el resultado, fuese cual fuese, y el ganador no perseguiría al perdedor. Era una forma, pensaba Petro, de devolver a Venezuela al sendero de las democracias liberales. Este documento debería ser consensuado con la sociedad civil local y elaborarse rápido. Y lo más importante: en secreto.

La persona que debía tomar el control del plan era Milton Rengifo, embajador colombiano en Caracas. Pocos tienen más confianza con Petro que él, en pocos confía más el presidente. Rengifo se reunió con gente a izquierda y derecha, sumó empresarios y analistas venezolanos destacados. También a profesores universitarios, activistas, gente del mundo del petróleo. De esos encuentros salían borradores con preguntas tentativas para el referéndum. El canciller envió a algunos de sus consejeros más conocedores de Venezuela a ayudar en esta tarea. Estos consejeros tienen vía directa con el Palacio de Miraflores, la sede del Gobierno venezolano, pero también estrechos lazos con la oposición. Conocen a dios y al diablo.

A finales de mayo, el documento quedó listo. Lo recibió Petro, le echó un vistazo su número 2, Laura Sarabia. No iba a ser fácil convencer a Machado que le dejase a Edmundo González firmarlo, Machado siente adversión por Petro. Pero era una posibilidad, era cuestión de ser persuasivo. El asunto no se quedó encallado ahí, sino con el chavismo. Maduro lo recibió con indiferencia. Jorge Rodríguez, su principal operador político, también mostró desinterés. Según fuentes internas del chavismo, consideraban que se trataba de una trampa, una vez firmado eso sería más difícil maniobrar. Desconfiaron de Petro y los suyos, creían que les atraían con propuestas envenenadas.

Petro y Lula persistieron un tiempo más en su empeño. Se cuidaron de no quemar del todo los puentes con el chavismo y criticaron las sanciones, al tiempo que evitaban reconocer ganador alguno. Incluso deslizaron la posibilidad de un Gobierno de coalición transitorio y nuevas elecciones con garantías para todos como salidas a la crisis, pero se toparon con el rechazo tanto del chavismo como de la oposición. El colombiano llegó a esbozar un plan con pasos que incluyeran el levantamiento de todas las sanciones, amnistía general nacional e internacional, garantías totales a la acción política, un Gobierno de cohabitación transitorio y nuevas elecciones libres. No hubo caso. Lula acabó por enfurecer al chavismo al vetar el ingreso de Maduro a los BRICS, mientras que el famoso documento secreto volvió al cajón de la Casa de Nariño, donde desde entonces acumula polvo.

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.