Chile anunció esta misma semana el fin de la misión de su embajador, después de que el presidente Gabriel Boric ha condenado el “fraude” perpetrado por el régimen de Maduro, mientras que Caracas rompió relaciones con Paraguay después de que el presidente, Santiago Peña, reconociera a González como presidente electo. El chavismo ya lo había hecho con Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana o Uruguay, además de que el Parlamento ha llegado a pedir romper relaciones con España. El choque con la Argentina de Javier Milei ha sido particularmente duro, pues fue en la embajada del país sudamericano en Caracas —resguardada por Brasil— donde se refugiaron los seis colaboradores de la líder opositora María Corina Machado que han sido hostigados por las fuerzas de seguridad, un enfrentamiento agravado por la detención de un gendarme de ese país.
Tanto el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva como el colombiano Gustavo Petro, que restablecieron relaciones con la vecina Venezuela al comienzo de sus respectivos gobiernos, persistieron en el esfuerzo. Ambos insistieron en la necesidad de presentar las actas perdidas, y en su momento plantearon la posibilidad de un Gobierno de coalición transitorio y nuevas elecciones con garantías como salida a la crisis —una idea descartada tanto por Maduro como por la oposición—. Esa iniciativa se diluyó, al punto de que Lula vetó el ingreso de Venezuela a los BRICS en octubre, lo que desató la furia del chavismo. Brasil no reconoce ni a Maduro ni a González, y ha optado por congelar las relaciones sin llegar a romperlas, informa Naiara Galarraga Gortázar desde São Paulo.
La investidura es una prueba de fuego para Gustavo Petro, presidente de Colombia, que mantiene el suspense sobre su presencia en Caracas. Los dos países comparten una porosa frontera, intercambios de todo tipo y Venezuela es garante —y sede— en las negociaciones de paz con la guerrilla del ELN. Colombia es además el principal receptor de la diáspora, con tres millones de migrantes en su territorio. La Cancillería ha insistido en que no reconocerá ganador alguno sin actas electorales, pero tampoco romperá relaciones. “No hubo actas, no hay reconocimiento. Así de sencillo”, defiende el canciller, Luis Gilberto Murillo, muy criticado en Caracas por haber sido antes embajador en Washington. “Respetamos la soberanía de Venezuela, pero las actas son fundamentales. Nuestra relación es de Estado a Estado”.
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Source: elpais.com