Lamine culmina el júbilo del Barça

Los azulgrana gravitan alrededor de Lamine. El extremo atrae la pelota y orienta el juego con el exterior de su pie izquierdo, excelente con sus cambios de orientación y decisivo en sus movimientos para facilitar la profundidad de Koundé y la percusión de Raphinha. El brasileño es un demonio por su facilidad para atacar el espacio y el balón, muy difícil de tapar y marcar, también para una zaga sorprendentemente vulnerable como la del Athletic. Raphinha no acertó en un remate forzado y en cambio facilitó acto seguido el gol de Gavi con una recuperación del cuero al que le dio continuidad Balde. El volante llegó rápido y certero al centro del lateral por el costado de Lekue.

El gol subrayó la llegada y pegada del Barcelona, superior en ocasiones, más sometido en el juego por el Athletic, insistente por el costado izquierdo con Yuri y Berenguer, un tormento para Koundé. Aunque el Athletic apretaba, su volumen de juego no tenía punto final, excesivamente retórico o poco clarividente ante Szczesny, igual de nervioso que Unai Simón. La precipitación podía a los dos equipos en un partido tenso, divertido y muy abierto, incapaz en cualquier caso de seducir a la afición si se tiene en cuenta las muchas localidades vacías del estadio de Yeda. Los barcelonistas, en cualquier caso, pasaron de ser los protagonistas del choque a estar más pendientes del Athletic.

Al descanso se llegó con una muy buena oportunidad de Iñaki Williams, tapado por Cubarsí y Szczesny, después de que hubiera empezado en la meta de Unai Simón. La carga rojiblanca era constante y no había réplica del Barça. El juego azulgrana no tenía continuidad, condicionado seguramente por la ausencia de Olmo. El volante es el eslabón perdido, el jugador que da sentido a la idea de Flick y cuya presencia permite que cada jugador recupere su puesto natural y su mejor versión, desde Cubarsí a Pedri. La línea de pase se pierde, la zaga pasa a ser exigida y el portero tiene que intervenir con frecuencia, como constató Szczesny, que respondió a la titularidad concedida por Flick por una desatención de Peña.

El marcador provocó la intervención de Valverde. El Athletic ha dado un salto de calidad inequívoco desde la conquista de la Copa. Todavía depende, sin embargo, de futbolistas que marcan la diferencia como Nico Williams, víctima de un golpe en un tobillo, y necesitado también de jugadores indetectables como Sancet. Valverde tuvo que medir mucho la alineación que sacó en el mismo escenario en que en 2020 se acabó su carrera como entrenador del Barcelona. La salida al campo de Nico coincidió curiosamente con la retirada de su amigo Lamine. Los azulgrana se desenchufaron al tiempo que se inflaban los vascos y Flick acabó por sustituir como ya es costumbre a Lewandowski.

La carga emotiva de la contienda pesó en la cita de manera que la tensión y la concentración se impusieron a la fluidez y la brillantez en el Barcelona. Incluso la decisión de Flick con el cambio de portero por una falta de puntualidad añadió más intranquilidad al partido antes de que se impusiera la sobriedad de Szczesny.

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.