El juez condena a Trump a ser el primer presidente delincuente, pero le deja sin pena

Es a la vez una condena muy leve y muy grave. Un juez de Nueva York ha sentenciado este viernes a Donald Trump como autor de 34 delitos de falsificación de facturas, cheques y registros contables con el fin de ocultar los pagos de 130.000 dólares a la actriz de cine porno Stormy Daniels —para que guardase silencio y no perjudicase sus opciones electorales en las presidenciales de 2016—. Como se esperaba, la sentencia dicta la exención incondicional: no hay cárcel, ni libertad condicional, ni siquiera una multa. Al mismo tiempo, certifica sus delitos. De alguna forma, el juez condena a Trump a ser el primer presidente delincuente.

Un jurado popular le declaró culpable en mayo del año pasado de esos 34 delitos durante un juicio de varias semanas ante el mismo tribunal de Manhattan en que se ha celebrado la vista este viernes. Trump era el primer expresidente que se sentaba en el banquillo de los acusados. Acudió al juzgado de mala gana, aunque aprovechó ese caso ―y los otros tres en los que fue imputado― para presentarse como mártir de una persecución injusta (“una caza de brujas”, en sus palabras). Declinó declarar, pese a haber asegurado que lo haría, y así eludió exponerse a las preguntas de los fiscales.

La maniobra fracasó. En una escueta resolución, los jueces rechazaron el jueves por la noche suspender cautelarmente la vista. Entre otras razones, fundamentaron su negativa en que el juez ya había anticipado que la exención incondicional era la sentencia más probable y que Trump podía asistir a la vista por videoconferencia. Además, indicaron que sus alegaciones podrían estudiarse al analizar el fondo del caso. El Supremo se dividió: dos jueces conservadores se sumaron a las tres magistradas progresistas para rechazar la petición de Trump, mientras que los otros cuatro (conservadores) se mostraron partidarios de acceder a la suspensión.

La falsificación de registros comerciales se castiga con hasta cuatro años de cárcel, aunque las penas por cada uno de los delitos se pueden cumplir de forma simultánea. En casos como el de Trump ―sin contar ni su pasado ni su futuro presidencial― es probable que el condenado tenga que ingresar en prisión. En este caso, además, pesaba su carácter de presidente electo, aunque en teoría nada en la Constitución de Estados Unidos impide a un presidente serlo desde la cárcel.

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