¿Qué significará Trump 2.0 para Venezuela?

En la Casa Blanca de Trump y en su órbita más amplia hay tres puntos de vista diferentes sobre cómo debe relacionarse Estados Unidos con Venezuela. Un grupo, liderado por el secretario de Estado, Marco Rubio, considera que el restablecimiento de la democracia es el principal objetivo político de Estados Unidos en Venezuela.

Otra perspectiva, el pragmatismo, la representa Richard Grenell. Este enviado presidencial para misiones especiales fue nombrado por Trump para atender algunos de los “puntos más candentes” del mundo, como Venezuela y Corea del Norte.

En su audiencia de confirmación en el Senado, Rubio mantuvo que Estados Unidos debe replantear su enfoque sobre el régimen de Nicolás Maduro, al que no considera un gobierno sino “una organización de narcotráfico que se ha apropiado de un Estado-nación”. Rubio arremetió contra el predecesor de Trump, Joe Biden: “Yo estaba en total desacuerdo con la administración Biden porque se dejaron manipular de la forma que yo sabía que lo harían”. Maduro incumplió sistemáticamente las promesas que hizo durante las negociaciones con EE UU. Además, añadió Rubio, EE UU concedió licencias especiales a Chevron y otras empresas petroleras para operar en Venezuela, que están “aportando miles de millones de dólares” a “las arcas del régimen”.

Pero las promesas y declaraciones de Trump dejan la puerta abierta para que Estados Unidos haga pleno uso de las herramientas cibernéticas, comerciales, financieras, diplomáticas y militares a su disposición. Los funcionarios deberían aprender de los abyectos fracasos de la Administración Biden con respecto a Venezuela. Por ejemplo, las sanciones impuestas a Venezuela durante la presidencia de Biden fueron mal diseñadas y peor ejecutadas por burócratas con mínimo acceso a los centros de poder. Otros países desempeñaron un papel reducido, y más bien simbólico, en estos esfuerzos.

En cuanto a qué opinión prevalecerá, sospecho que veremos una mezcla de las tres. Inevitablemente, habrá tensión entre quienes abogan por dejar a Maduro en el poder mientras se negocia agresivamente con él y quienes, por otro lado, consideran que su destitución es un requisito no negociable. En cualquier caso, parece razonable esperar una oleada de intensa y confusa actividad diplomática, del uso del cabildeo por parte de intereses empresariales y muchas decisiones que nos sorprenderán.

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