Europa empieza a quedarse sola en la defensa y reconstrucción de Ucrania y teme un mal acuerdo forjado por Trump

Los grandes temores de los aliados europeos de Ucrania sobre qué supone para la seguridad del Viejo Continente el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca se cumplen. Europa va quedando fuera de la mesa de diálogo lanzada el miércoles, con una llamada del presidente estadounidense al autócrata ruso Vladímir Putin en la que acordaron iniciar la negociación para poner fin a la guerra de Ucrania “de inmediato”, y de la que solo después informó al presidente ucranio, Volodímir Zelenski.

El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha remarcado este jueves que cualquier conversación de paz debe llevar a una solución “duradera”. “Ucrania debe participar en todo lo que tenga que ver con Ucrania”, ha insistido a su llegada a una reunión de ministros de Defensa de la Alianza Atlántica en Bruselas. Como líder de la organización que aúna a Europa y Estados Unidos en la defensa de la seguridad común, Rutte ha tratado de restar importancia a la divergencia de los europeos con Washington. “Todos queremos la paz en Ucrania más pronto que tarde. Todos queremos que Ucrania esté en la mejor posición posible cuando comiencen las conversaciones, y es crucial que, pase lo que pase con [esas conversaciones], sea duradero”, ha dicho en la OTAN. Allí, el nuevo secretario de Defensa de Trump, Pete Hegseth, ha defendido la iniciativa de Washington, que supone alejar la perspectiva de que Ucrania recupere las fronteras previas a la anexión rusa de Crimea, y ha afirmado, tajante, que “no es una traición” para Ucrania.

Pero las señales que llegan de Estados Unidos, la calidez del tono de Trump en su comentario sobre la conversación con Putin —ambos líderes acordaron visitarse mutuamente y el estadounidense habló de las posibilidades de colaboración de los dos países— preocupan en Europa. “Nos están dejando claro que estamos solos ya, que Estados Unidos no desempeñará ningún papel en el mantenimiento de la paz y que sus prioridades van a ser otras”, apunta una alta fuente europea, que remarca que el futuro acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania será también clave para la arquitectura de seguridad europea. “No podemos permitirnos un mal acuerdo, pero no está tan claro cómo va a terminar”, señala.

El futuro que dibujó Hegseth en la reunión del grupo de contacto de Defensa para Ucrania en la OTAN celebrada este miércoles es cristalino: Kiev debe renunciar a la península de Crimea, anexionada de forma ilegal por Rusia en 2014, y al Donbás ocupado, en el este ucranio; no habrá membresía ucrania de la Alianza como parte de ninguna solución de paz, y tampoco tropas estadounidenses sobre el terreno como garantía de seguridad para que Rusia no vuelva a invadir. Europa, señaló Hegseth, tiene que asumir esa responsabilidad. Washington tiene ganas de pasar página y centrarse más en otro teatro de operaciones: el Indo-Pacífico.

Las palabras de Hegseth ―la renuncia a las fronteras soberanas y a ser miembro de la Alianza― son un regalo para Moscú. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, ha lamentado este jueves que Washington haya planteado ya ambas cuestiones. “Habría sido mejor hablar sobre la posible adhesión de Ucrania a la OTAN o sobre la posible pérdida de territorio del país solo en la mesa de negociaciones y no descartarlo de antemano”, ha dicho en la capital belga. La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, se ha pronunciado en la misma línea: “No es una buena táctica negociar todo antes de que las conversaciones hayan comenzado”, ha dicho tras participar en la reunión de la OTAN en Bruselas. “El apaciguamiento [con Rusia] nunca funciona”, ha añadido.

Las palabras del ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, que a su llegada a la sede de la OTAN ha advertido también contra la “paz por medio de la debilidad”, muestran la creciente tensión con la postura de la Administración Trump. “No olvidemos que Rusia sigue siendo una amenaza mucho más allá de Ucrania”, ha remarcado también el secretario de Defensa británico, John Healey, en Bruselas.

La ministra de Defensa española, Margarita Robles, ha remarcado en la capital comunitaria que “el único culpable” es Putin. “Efectivamente, parece que puede haber una intermediación de Estados Unidos [en las conversaciones de paz], pero entendemos que también la Unión Europea y la OTAN tienen que tener su participación porque estamos apoyando a Ucrania y vamos a seguir apoyando a Ucrania”, ha dicho.

En tres años de guerra, la UE ya ha movilizado unos 124.000 millones de euros en apoyo al país invadido por Rusia hace casi tres años. Pero la factura de la reconstrucción de Ucrania —país candidato, además, a entrar en el club comunitario— en la frontera este europea ante la amenaza rusa, será multimillonaria. Más allá de esa estimación del Banco Mundial, diferentes observadores y analistas creen que la cuantía final será superior. Kiev dice que costará un mínimo de 565.000 millones.

En los últimos meses, también Zelenski, aunque desde una postura totalmente opuesta a la de Orbán, ha llamado a la UE a movilizarse y a tener un papel más activo, reclamar un hueco en esa negociación y luchar para que el escudo de la posguerra sea euroatlántico. Pero sin EE UU, las garantías de seguridad para Ucrania no funcionarán, advirtió en diciembre el presidente ucranio.

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