Aunque los azulgrana nunca han sabido especular desde la llegada de Flick, ni siquiera con el marcador a favor, aprenden con el tiempo a leer mejor los partidos, especialmente cuando se juntan Olmo y un soberbio Pedri. Los dos ayudaron a tener la pelota y a no perder la cabeza, a activar las piernas para las transiciones de Balde, Koundé y Raphinha, cuando más embestía el Benfica. Los portugueses no dieron la ronda por perdida hasta el 3-1 y el Barça no pensó que el partido estaba ganado ni con la mejor versión de Lamine, desbocado en ausencia de Carreras, el lateral que tanto le abrumó en Lisboa. Las finas y verticales llegadas de los azulgrana dejaron sin sentido a un rival convencido de que la única diferencia habida en las dos derrotas de Da Luz había sido la efectividad y el oportunismo de Raphinha.
La igualdad, en cualquier caso, duró muy poco porque volvió a aparecer Lamine para celebrar un gol relativamente parecido al que marcó a Francia en la Eurocopa. El delantero porfió por la pelota para que no saliera por la banda a la salida de una falta, encaró y recortó a Araujo para progresar por dentro y armar un tiro suave y cruzado con el interior de su pie izquierdo que no tuvo réplica posible para Trubin. Los aficionados se pusieron en pie y atronaron los aplausos. El juego era tan preciso en ataque como en defensa por la línea del fuera de juego tirada por Iñigo Martínez. Los remates del Benfica quedaban anulados por el banderín del linier ante la flema de Szczesny. Los barcelonistas, siempre muy compactos, respondieron con paciencia e inteligencia a la valentía del rival.
Los goles dependían sólo del acierto en el tiro, en la manera de acabar las jugadas elaboradas desde la paciencia colectiva y aceleradas por Pedri y Olmo, siempre pendientes de Raphinha, Lamine y Lewandowski. El polaco chutó al bulto en una oportunidad que parecía gol o gol antes de que Balde recuperara un balón en su área y tirara un contraataque sobrecogedor que culminó Raphinha, que ya cuenta 11 goles en la Champions para un total de 27.
Asegurada la victoria, el Barça reguló los esfuerzos en la segunda parte y descansó con el balón, consciente de que el domingo aguarda el Atlético en la Liga y que su rival en cuartos de la Champions será el Lille o el Borussia Dortmund. No supo cómo replicar el Benfica ante un contrario que interpretó qué demandaba el partido en cada momento mientras la hinchada buscaba la manera de volver a ver los goles de Lamine y Raphinha. La nostalgia ya no hay que buscarla en 2015 sino en un invicto 2025.
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Source: elpais.com