Norris sortea un auténtico chaparrón

Que Melbourne se conozca popularmente como la ciudad de las cuatro estaciones se debe a jornadas como la de este domingo, en la que uno debe llevar consigo prácticamente una maleta entera de ropa para irse poniendo y quitando prendas a medida que avanza el día. Esta etiqueta es la metáfora perfecta para describir el Gran Premio de Australia que abrió el Mundial de Fórmula 1, una carrera convertida en un auténtico correcalles como consecuencia de la lluvia, tan inestable como los nervios de los padres de Lando Norris, a quienes a punto estuvo de darles un ataque de nervios. El británico supo rentabilizar la ventaja con la que McLaren arranca el curso, aunque también es cierto que sufrió más de lo inicialmente esperado para celebrar el quinto triunfo de su trayectoria.

NORRIS SE LLEVA LA VICTORIA ANTE UN VERSTAPPEN QUE LUCHÓ HASTA EL ÚLTIMO INSTANTE 👏👏👏

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A pesar de que el paso delante del coche de la escudería de Grove (Gran Bretaña) se veía a venir, nadie podía calcular que la zancada fuera tan gigantesca como para poder superar a los Ferrari. En su primera actuación enfundado en el mono de la Scuderia, Lewis Hamilton demostró que necesita tiempo para adaptarse al bólido rojo y a Riccardo Adami, quien le guía desde el muro. La marca de Maranello tiró la casa por la ventana para hacerse con el icono más universal que existe en el mundo de las carreras, incapaz de realizar un adelantamiento claro o de meterle el morro a nadie hasta acabar décimo. Hamilton está lejos de la versión que se espera de él, y aún más del plano en el que están los McLaren y Verstappen, que juegan en otra liga.

Norris insiste en haber aprendido de lo ocurrido la temporada pasada, en la que no supo optimizar las virtudes de un prototipo que fue superior al resto a partir de mitad de calendario para desgracia de la estructura de Woking (Gran Bretaña), que no pudo llevarse el título de pilotos y que tuvo que conformarse con el de constructores. El británico cuadró un domingo perfecto en un laberinto abrazado por muros y lleno de trampas. Como la hierba mojada que atrapó a Oscar Piastri (vuelta 44 de 57) mientras el australiano circulaba cómodamente el segundo, por delante de Verstappen y por detrás de Norris, cuando se produjo el chaparrón que volvió a sacudir el pelotón y que impidió un doblete de McLaren que parecía cantado.

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